La isla balear de Ibiza es uno de los lugares favoritos de Doña Cayetana, un lugar donde siempre se ha encontrado especialmente cómoda. La duquesa sigue teniendo un espíritu un tanto hippie.
Al principio de su llegada se le pudo ver un poco mustia, ya que le faltaba su Alfonso, que por motivos al parecer personales no pudo acompañarla. Pasaron un par de semanas hasta que se reunió con su porcelanita.
Nada más llegar él se les pudo ver juntos paseando por las calles, parándose en los puestos de los mercadillos que tanto le gustan a la duquesa, y ya entonces su cara ya no tenia nada que ver con la de los días anteriores a la llegada de su amor. Se le veía radiante, y como era de esperar, su marido estuvo pendiente de ella en todo momento.
Hubo quien dijo que tal vez podría haber surgido algún problema entre ellos. Nada más lejos de la realidad, porque la relación que mantienen es inmejorable.
La duquesa no ha estado sola en lo que a familia se refiere, ya que su hija Eugenia, ha estado también en la isla como es costumbre en ella. El único pero fue que este verano no se le ha visto tanto como en años anteriores. La pequeña de los Alba, desde hace algún tiempo, no se prodiga tanto en fiestas y ha reducido mucho su actividad social.
A Cayetano también se le ha podido ver unos días acompañando a su madre, cuyo poder de recuperación resulta simplemente impresionante. La duquesa sigue acudiendo todos los días a la playa, luciendo bikini a pesar de tener 86 años (ella puede), y por las tardes su paseo y sus compras. Es increíble.
El verano le está sentando de maravilla. Atrás quedaron los problemas de Alfonso con esa familia, porque al día de hoy todos los hijos de la duquesa, mantienen un cordial trato con él. Sin lugar a dudas, tonto no es.