El Ministro José Ignacio Wert ha vuelto a poner el dedo en la llaga. "La pregunta que hay que hacerse es si ese estudiante que no puede conseguir un 6,5 está bien encaminado o debería estar estudiando otra cosa". La polémica ha arreciado cuando el ministro pretende reformar la ley para quitar las becas a los que no consigan sacar más de un seis y medio sobre diez de media en la universidad. El problema principal es que la medida se anuncia en Junio, en plena época de exámenes y con mucho alumno sin margen de maniobra para recuperar el tiempo perdido en el paraninfo jugando al mus.
La progresía se ha echado a la calle, y es fácil leer en la prensa todo tipo de reportajes sobre cómo hay gente condenada a dejar de estudiar y que a partir de ahora tendrá que ponerse a trabajar dando a entender que se está frenando su potencial como investigadores y se les condena a una vida en el andamio o las minas. Este tipo de demagogia proalumno es uno de los grandes cánceres del sistema educativo español. Como bien ha resumido Wert "No es que les paguemos los estudios, es que les pagamos por estudiar". En España la educación universitaria es gratuita en un 80% para el alumno, pero tiene un coste enorme para el estado (aproximadamente 9,000 euros al año por alumno, según la OCDE). Si a estos 9.000 euros anuales añadiésemos lo que costaría alquilar los edificios donde se alojan las universidades públicas , el monto final financiado por el estado a cada alumno seria de 14.000 o 15.000 euros por curso.
Carmen Calvo, ex Ministra de Cultura, dejó claro el sentir de una gran parte de la población cuando sentenció que "el dinero público no es de nadie". El Estado, para el que no lo quiera comprender, se financia con el dinero que obligatoriamente se nos quita a todos los españoles a través de los impuestos. Es fundamental que los alumnos de las Universidades que son financiados por el resto de españoles sean conscientes del esfuerzo ingente de tales recursos y se esfuercen al máximo de sus capacidades.
José Ignacio Wert está demostrando ser un Ministro con agallas al que no le importa enfrentarse de cara a los problemas: primero intentó zanjar algo tan básico como que los niños en Cataluña puedan estudiar en español y ahora intenta embridar el disparate que supone la universidad española. Lo que esperamos es que el Ministro no sólo se quede aquí si no que impulse la reforma de la universidad de verdad, despolitizándola, y atacando el exceso de universidades autonómicas, con un nivel más que cuestionable.
Sirva de ejemplos los Masters en Administración de Empresas (MBA en inglés). Mientras que España no tiene ninguna universidad entre las 500 mejores del mundo, tiene dos MBA en el top 10 mundial año tras año (Instituto de Empresa e IESE). Claro que los MBA son completamente privados, mientras que la gran mayoría de universidades españolas son públicas o concertadas. Pero por algún lado hay que empezar la reforma.