Desde que contrajo matrimonio con el funcionario Alfonso Diez la duquesa de Alba tenía gran interés en conocer Tailandia de la mano de su marido. Estos días se han visto unas imágenes de la feliz pareja paseando por las calles de Bangkok y visitando el antiguo palacio imperial. Una vez más este viaje de Cayetana ha servido para que los paparazzi se inflen a retratarles en situaciones de lo más variopintas, como por ejemplo la fotografía en la que aparece el duque de Alba con los pantalones remangados y los pies metidos en una cubeta donde los peces le están haciendo la pedicura comiéndole los callos, durezas y pieles muertas.
La duquesa, una vez más gracias a su tesón ha vuelto a salirse con la suya haciendo oídos sordos a los consejos de sus hijos que no veían con buenos ojos que su madre, de 87 años, se embarcase en un viaje tan largo y agotador. Por su parte, el duque ha encargado un gallinero que está construyendo en los jardines del palacio de Dueñas, otro de los sueños que tenía Cayetana, una gran amante de los animales. Sobra decir que el gallinero será un alarde de buen gusto, dado el alto grado de sensibilidad estética de Diez que ya tiene un entretenimiento más en palacio cuidando de estas aves que serán de lo más exóticas cuyos huevos seguro que son elegantísimos también.
La alegría de este viaje contrasta con la preocupación de la duquesa que se ha ido sin conocer aún la sentencia judicial del pleito que mantiene su hija Eugenia con su exmarido Fran Rivera por la custodia de su nieta Cayetana. Para la aristócrata este enfrentamiento por la niña Tana le ha supuesto uno de los mayores disgustos de su vida y de ahí que haya declarado en su momento que no quería volver a saber nada del que fuera su yerno favorito y hoy persona non grata entre los Alba. Por lo menos este viaje a Tailandia hará que se olvide por unas semanas del gran problema que mantiene en vilo a toda la familia.