Para complementar la lista que ha coordinado Mario Noya para Libertad Digital sobre los mejores libros del año, les propongo la lista de las películas que más me han gustado de entre las que se han estrenado en salas comerciales:
● Outrage. La yakuza japonesa sin pompa ni circunstancia. Kitano muestra la violencia en estado puro: dura, directa, destructora. 3D de verdad cinéfila, no ese sofrito tecnológico recalentado que venden con gafas incluidas.
● Red State. Un golpe en la pantalla sobre el poder y esa cosa llamada "monopolio legítimo de la violencia". Cara a cara entre una secta religiosa y esa otra secta llamada "Estado". El fin del mundo no puede llegar porque ya está aquí, entre nosotros, en forma de tañido de campanas infernales. Favorita de anarco-capitalistas.
● L'Apollonide (Casa de Tolerancia). Un panóptico prostibulario, elegante y cruel, una metáfora de la vida misma, vaya.
● Looper. La ci-fi del año, una cinta de Moebius hecha película, con intensos y escondidos momentos líricos y existenciales. Una sentida reflexión sobre la memoria y la identidad a lomos de asesinatos paradójicos y Bruce Willis, cada día más calvo y mejor actor.
● El dictador. La comedia norteamericana del año. Sacha Baron-Cohen carga contra el fundamentalismo político y, de paso, contra la estupidez postmoderna en forma, por ejemplo, de feministas sin depilar.
● Los nombres del amor. La comedia francesa del año. O cómo luchar contra la guerra haciendo el amor. Literalmente. Una divertidísima propuesta acerca de lo que nos hace ser lo que somos, esa mezcla de biología y cultura de la que tanto desconocemos, muchas veces porque nos da miedo.
● Project X. Unas bombas hormonadas llamadas adolescentes planean una fiesta. Y, claro, mueren todos. La gamberrada cinematográfica del 2012.
● Las malas hierbas. Un maestro, Alain Resnais, sigue planteando que la vida es amor fou o no es nada. Dionisiaco y apolíneo en un equilibrio perfecto, la sonrisa ideal.
● Declaración de guerra. Esta película nunca la pondrán en las tardes de Antena 3 y podrían: dramón con niño enfermo pero sin una caída en la sensiblería o en la demagogia. ¿Populismo? No, gracias.
● J Edgar. Otro maestro, esta vez norteamericano, Clint Eastwood hace lo que en apariencia es un típico biopic sobre el fundador del FBI pero que eleva con mano de hierro en guante de seda hacia un ensayo sobre el poder omnímodo del Estado (v. Red State) y una reivindicación del derecho al amor, a cualquier amor. Luego, casi le hunde la campaña a Romney haciendo de space cowboy. Un genio.
Las películas más taquilleras han mantenido un nivel muy digno, destacando las españolas Las aventuras de Tadeo Jones y Lo imposible. La última entrega de la saga Crepúsculo, Amanecer 2, ha levantado el vuelo cinematográfico con el bien hacer de Bill Condon, uno de los mejores artesanos de Hollywood. Todo lo contrario del último capítulo del Batman de Christopher Nolan, El caballero oscuro: La leyenda renace, que –como le pasa a la última de James Bond, la insoportablemente patriotera Skyfall de Sam Mendes– confunde complejidad con confusión y profundidad con exceso de metraje. Por supuesto que también hay bodrios taquilleros, como las muy estomagantes Intocable y Tengo ganas de ti, dos productos tan previsibles como empalagosos, tan falsos como estupefacientes.
Entre las favoritas de los círculos de arte y ensayo hay más ensayo que arte. Holy Motors, de Leos Carax, y Cosmopolis, de David Cronenberg, son las cintas más atrevidas, con destellos de imágenes poderosas, ásperas y concentradas pero tonteando también con la vacuidad y la grandilocuencia, cine de autor en el peor sentido de la expresión, tan autoconsciente como un pavo real, tan sublime como un cortesano en la corte de Luis XIV. Es decir, vanas y ridículas. Sus potentes secuencias, enhebradas en un discurso pretendidamente rebelde a fuer de críptico, son carne de cañón de portada cinéfila.
Y para el 2013 cabe esperar positivamente la versión de Spielberg sobre el creador de la nación norteamericana, Lincoln. De ese mismo período, en el contexto de la gran cicatriz de la esclavitud, Django desencadenado, de Tarantino. Y la que se anuncia como otra gran candidata para los Oscar, después de haber triunfado en Venecia, The Master, de Paul Thomas Anderson. Aunque mi favorita a priori es La noche más oscura, que no es un biopic sobre San Juan de la Cruz sino la tortuosa indagación de la gran Kathryn Bigelow en la caza y captura de Ben Laden. De parte europea, el elefante blanco será Amour, de Michael Haneke, su película más digerible y que ha convencido urbi et orbi, desde el Festival de Cannes a los críticos de Los Ángeles. Y tendremos el último melodrama de Pedro Almodóvar, Los amantes pasajeros, así como la inevitable versión de Shakespeare, esta vez de su excelente y poco visto Coriolano de la mano de Ralph Fiennes. Y Fincher, los Farrelly, Apatow, Night Shyamalan, los Wachowsky...