Como en años anteriores, doña Cayetana viajó desde Sevilla a Madrid para celebrar la Nochebuena en su residencia del Palacio de Liria, al que no acudió su hijo Jacobo por segundo año consecutivo. La relación entre ellos se rompió a raíz del reparto de la herencia de la duquesa, con la que su hijo no estuvo de acuerdo alegando que sus hermanos salían más beneficiados y el más perjudicado era él.
Como no hubo ningún tipo de arreglo, el conde de Siruela decidió no asistir a la boda de su madre con Alfonso Díez, ni participar en ningún evento familiar.
Todo lo contrario que otro de sus hijos, Cayetano, que a pesar de estar divorciado de Genoveva Casanova, se deja ver con su ex en innumerables ocasiones, aunque ninguno de los dos tengan la intención de volver a vivir de nuevo juntos.
Como era de esperar, estuvieron con toda la familia, como si de un matrimonio se tratase, y como es costumbre, una vez terminada la cena, asistieron a la Misa de Gallo en la capilla del palacio.
Me comentan que doña Cayetana está feliz por haber tenido a casi toda la familia reunida, ya que ha sido un año difícil a consecuencia del contencioso que mantienen su hija Eugenia con el que fuera su marido, Francisco Rivera, y padre de su hija, por la custodia de ésta.
El próximo día 14 se tendrán que ver de nuevo las caras en los tribunales. Las dos partes ya se han sometido a sendos exámenes psicológicos y ahora tan solo hace falta saber la decisión de los jueces.
A la duquesa de Alba este hecho le ha pasado factura, ya que se la ha podido ver profundamente afectada en más de una ocasión, y como consecuencia del disgusto su salud se ha resentido. No hay que olvidar que tiene 87 años y a esa avanzada edad todo daña de mayor manera.
Por fortuna, la aristócrata es una persona fuerte y todo apunta que el día 31 despedirá el año en Sevilla, donde tiene fijada su residencia, y lo pasará con su marido y un grupo de amigos, entre los que se encontrarán sus íntimos Carmen Tello y Curro Romero.