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Katy Mikhailova

Excusas para no comprar

La gran cuestión de toda esta causa de la VFNO es: ¿para qué y con qué fin?

La gran cuestión de toda esta causa de la VFNO es: ¿para qué y con qué fin?

Como titula aquel libro de Eduardo Punset, Excusas para no pensar, en esta sociedad consumista -cuya iglesia a menudo es la calle de turno a la que se va de shopping; cuyo Dios es Zara; cuya Biblia es Sex in the City; y cuyo cielo aspiracional es llenarse el armario de guccis, chaneles, diors, armanis, y largos etcéteras que salen bastante caros al bolsillo- priman las excusas para no comprar, por muy paradójico que parezca, y no se debe precisamente a la subida del IVA. Y, acompañado a las compras del narcisismo egocéntrico de la adolescente fashion victim de turno viene después el "salir a cazar" con la indumentaria más idónea para el canon de moda del momento.

Esto nos lleva a hablar, dos días después, de la ya famosa noche de la moda de Madrid promovida por Vogue, que ya va por la cuarta edición, y las cosas no parecen cambiar demasiado en esa cool y chic –entre comillas- Vogue Fashion Nigth Out.

Excusas para sí beber y excusas para ligar

Denominada bajo el subtítulo de "La gran noche de Compras", en la VFNO de Madrid solamente hacen caja esas firmas de ropa que son las que han conseguido esa "democratización de la moda" dando mucho y aparentemente bueno por muy poco.

El Zara de Serrano sí vende, a pesar de que la tienda parezca después un gallinero –todo por el suelo, camisetas mal dobladas, zapatos revueltos...-. Pero, ¿y las que son verdaderamente marcas costosas, que, a decir verdad, son las que abundan en el distrito del Barrio de Salamanca?

La gran cuestión de toda esta causa de la VFNO es: ¿para qué y con qué fin? Sería lógico pensar que las grandes firmas de lujo propusieran un descuento adicional esa noche –un 10%, 15... ¡no importa! Aunque eso implicara pasar de los 1000 euros a los 900, que tampoco hay mucha diferencia-, pero pocas lo hacen. De esas marcas que sí optan para alguna rebaja cabe destacar el mensaje de la firma del diseñador Javier Simorra, por ejemplo, -quien es más conocido en la Gaudí que en la Cibeles madrileña, de ahí que no suene mucho su nombre- que a través de los móviles anunció la rebaja del 20 por ciento en todas sus prendas exclusivamente para las compras de la noche del 6 de septiembre.

También se podría agradecer algún tipo de presentación del nacimiento y la evolución de la marca, un espectáculo relacionado con la empresa textil o el diseñador haciendo acto de presencia, por ejemplo –como sí hizo Roberto Verino, a pesar de que no todos sigan ese ejemplo-. ¡Una lástima! Como mucho se obtiene algo que beber y algo que comer.

Desde las ocho de la tarde, todas las tiendas permanecen abiertas. ¿Acaso alguien va a creerse que los teenagers que entren en un Adolfo Domínguez van a abonar alguna prenda? Y en caso de que se hiciera, ¿no sería más pragmático y agradable elegir la ropa un día en el que estuviera todo más tranquilo?

En definitiva, se trata de una moda, movilizada básicamente por las redes sociales, maquillada de glamour y lujo, para dejar mejorada la imagen de la revista Vogue –aunque poco hay que mejorar pues nadie se atrevería a criticarla-. Así se le da a los jóvenes –y algunos no tan jóvenes- la buenísima excusa de gorronear gratis, salir con los amigos, hacerse la foto de turno rodeado de botellas y mirar a ver qué famosillo se pilla para contarlo al día siguiente.

¿Moda?, ¿lujo?, ¿shopping? Que alguien nos lo explique porque parece que la Fashion Night Out de Madrid, aunque mejore respeto a las ediciones anteriores, sigue decepcionando bastante.

La gran lástima es la ausencia de tienda propia de diseñadores españoles que no tienen esa oportunidad, sobre todo después de presentar una magnífica colección en la MB-FWM. Como fue el caso de María Barros, totalmente femenina su colección, inspirada en las esculturas de Brancusi, mostrando en colores los materiales del escultor: madera, piedra, bronce, mármol, entre otros; o el éxito rotundo también de otra mujer, María Lafuente, quien presentó materiales reciclados usando, entre otros, el papel de periódico para hacer vestidos... ¡Increíble es poco el resultado de la confección de las prendas! ¿una moda anti-crisis o anti subida de impuestos? Desde luego, subidas en tacones no estuvieron las modelos. Ambas diseñadores, como otros muchos, no tienen su espacio para poder hacer un marketing presencial desde la "sede" de venta al público. Algunos que lo tenían lo cerraron, como lo hizo Amaya Arzuaga, quien asegura que por Internet venderá más –aunque ese optimismo está por ver-.

Ahora bien, cabe destacar el dulce Moët Chandon de Loewe o la presencia de Roberto Verino en su tienda. Aquel que entrara en la tienda de Roberto Verino en Serrano podía probar el rico albariño Gargalo así como muestras de su nuevo perfume. "No busco un fin comercial, sino el de conectar con la gente", es la filosofía que emplea este gallego en la moda española, ahora que además ha cobrado más protagonismo que de costumbre por su fantástica colección con sabor español presentada la semana pasada en la MB-FWM de la que ya hablamos en esModa.

Y, a pesar de no vivir en Madrid, sacó tiempo para mostrar prendas de su última colección, atender a todo esos "Verino-adictos", además de ofrecer la compra de un bolso especial en terciopelo a 60 euros. ¡Ejemplo que, por desgracia, no todos los diseñadores han seguido!

En cuanto a lo demás, excusas para no pensar, excusas para sí comer y excusas para no comprar consiguen de las calles como Serrano, Goya y Ortega una especie de "macrobotellón" revestido de lujo inaccesiblemente en apariencia.

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