Cada día que pasa, las noticias sobre los duques de Palma son peores. La última, el cobro de más de 12.000 euros que fueron a parar a una cuenta personal de la infanta Cristina. Otra más, y por supuesto que no será la última. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza, sabiendo cómo está el país, y siendo conscientes de que hay muchísimas familias que lo están pasando muy mal.
No me cabe en la cabeza que después de todo lo que está ocurriendo en su entorno y ser cada día portada de todos los diarios españoles gracias a sus negocios, encima quiera abandonar Washington para volver a instalarse en España. Y yo me pregunto: ¿no caerá en la cuenta de que corre el riesgo de que, el primer día que pise la calle, como poco pueda ser abucheada?
Da la impresión de que no son conscientes de las prebendas que disfrutan desde el momento de nacer solamente por pertenecer a esa familia. Gozan durante toda su vida de unos privilegios a cambio de dar ejemplo de comportamiento y ser transparentes en sus actos. Flaco favor ha hecho el matrimonio a la monarquía. Gracias a ellos, si los Reyes mantenían poco trato, con su conducta el distanciamiento es aún mayor.
Por su parte, la Reina ha querido dejar claro que está a favor de su hija con aquella desafortunada visita que hizo en Navidad a EEUU. Fue portada de la revista ¡Hola!, en la que doña Cristina tenía la cara demudada, y en la actualidad la tiene aún peor.
El rumor del posible divorcio se ha vuelto a disparar después de hacerse pública la visita de la infanta con sus hijos a Palma de Mallorca este verano. Lo hará sola, sin su Iñaki.
Esto no ha hecho nada más que empezar. Menudas bodas, las de las infantas: si una fue mala, la otra peor.