Marina Danko y Palomo Linares juegan al despiste
Desde que dejaron de compartir su vida, lucen un aspecto inmejorable. No hay nada como un divorcio para ver la vida de color de rosa
Lo que ha quedado entre Sebastián y Marina, después de más de treinta años de matrimonio, es una total y absoluta indiferencia. Ha sido un divorcio difícil. Después de un tiempo, sus abogados pudieron llegar a un acuerdo beneficioso para ambos, hace ahora dos meses.
Desde que dejaron de compartir su vida, lucen un aspecto inmejorable. La colombiana, siempre tan creyente, y tan pía, piensa que Dios solo desea cosas buenas para ella, como la felicidad. Además, ha tenido ese reencuentro tan bonito que ella misma menciona con antiguas amigas. No puede ser más tierno. No hay nada como un divorcio para ver la vida de color de rosa.
Lo mismo le ocurre al torero. No parece que haya tenido varios infartos. Afortunadamente, está muy recuperado y desde que no está con la que fuera su mujer, su mejoría fue meteórica tras el último sufrido.
En la actualidad ninguno de los dos quiere decir nada, y pretenden jugar al despiste, pero las fotos que se han publicado hablan por sí solas. Por una parte, las de Marina con su primo Celio paseando por Venecia, y no exactamente como parientes. Son de una nitidez perfecta: todo apunta a lo que se suele calificar como de robado consentido. El lugar elegido no puede ser más romántico, nada más y nada menos que Venecia. Paseo muy juntos, miradas, cogidos de la mano... el hecho de ser primos no les exime de que pueda haber algo entre ellos, aunque de momento prefieran mantener la expectación y que cuando haya que decir algo, lo hagan por medio de una exclusiva. Nunca viene mal, es mucho más rentable, y mientras tanto, "cuanto más primo, más me arrimo".
Por su parte, Sebastián afirma que su vida en este momento la tiene centrada en la pintura, con la que se siente muy realizado y rodeado de sus amigos. No cabe duda de que es una buena forma de salir del paso, porque al diestro se le ha visto muy bien acompañado por una mujer llamada Lidia López, que según el propio Palomo, es una antigua novia. Tampoco quiere decir si hay algo entre ellos, y también pretende jugar al despiste, pero lo que está claro es que el morbo está servido.
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