Angeles Pedraza revalidó este sábado su mandato al frente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo en un clima de sosiego y unidad, a pesar de las acusaciones que se han vertido estos días acerca del presunto mal uso de los fondos de la asociación que representa a la mayoría de las víctimas españolas de actos terroristas. Precisamente los prolegómenos de la asamblea de la asociación sirvieron para explicar detalladamente las cuentas de la entidad, que fueron a continuación refrendadas por una amplísima mayoría de los socios (el 85,7%), tras lo cual la candidatura alternativa encabezada por Paulina Cerezal decidió retirarse de la votación para elegir nueva junta directiva.
La autonomía de las entidades que representan a las víctimas debe respetarse siempre, sea cual sea el resultado de sus decisiones democráticas respecto a las personas elegidas para sus órganos directivos. Así pues, tan digna nos hubiera parecido la elección de la candidatura de Cerezal como la de Pedraza, finalmente designada para continuar al frente de los destinos de la AVT y que, en un gesto de generosidad, ofreció a sus rivales la posibilidad de integrarse en una junta directiva unida.
Porque de eso se trata precisamente, de la unidad de las víctimas del terrorismo, tanto en la asociación que las representa mayoritariamente como en el conjunto del colectivo de víctimas, al menos respecto a temas sustanciales como los que se van a dilucidar en esta etapa, en que la clase política ha revelado sin disimulo su interés por dar carpetazo a los delitos cometidos por los asesinos de la banda terrorista ETA.
La unidad de las víctimas es crucial no sólo para una gestión más efectiva de sus intereses comunes, sino también para la parte claramente mayoritaria de la sociedad española que no está dispuesta a transigir con una banda de terroristas, que tiene el atrevimiento de exigir beneficios de todo tipo simplemente por dejar de delinquir.
Las víctimas del terrorismo, la parte más noble y sacrificada de nuestra sociedad, han de seguir marcando el camino y los límites por los que ha de discurrir la desaparición del terrorismo en nuestro país, sin concesiones de índole política o penitenciaria que sólo conciernen a los partidos enfeudados en un proceso vergonzoso que tanto daño está causando a las propias víctimas y a la imagen de nuestras instituciones. Pero han de hacerlo unidas, porque esa coordinación en los objetivos comunes es crucial para evitar la traición de la clase política a los españoles que exigimos el castigo a los culpables de tanto dolor sin concesiones de ninguna índole, única manera de que el asesinato de casi novecientos compatriotas no haya sido un sacrificio en vano.
Tras unos años de ignominia en que el gobierno socialista, con Rubalcaba a los mandos de tan siniestra operación, dedicó sus afanes a dividir y desactivar a las asociaciones de víctimas como referentes sociales, la junta directiva de la AVT surgida de las elecciones de este pasado sábado tiene que ser capaz de de arracimar voluntades en torno a un proyecto de unidad. Ese es el camino, porque ante los tiempos que se avecinan la disgregación, el recelo o el resentimiento son la garantía de una derrota segura.