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Emilio Campmany

Locos por arrimar el hombro

La pregunta es, ¿le conviene a España aceptar en el equipo de bomberos a los incendiarios que han achicharrado el país? Antes que eso, es mejor casi cualquier cosa, pero puede que al final, el PP no sea capaz de hacer lo que hay que hacer sin ellos.

A los políticos los deben fabricar en una cantera. Al menos, de cuello para arriba. Los socialistas se pasaron la legislatura pasada exigiendo a los populares que arrimaran el hombro, o sea, que votaran sus medidas e incluso las aplaudieran. Y que dejaran de poner palos en las ruedas de la economía española, que era lo que se suponía que hacían cuando se oponían a ellas. Naturalmente, los de Ferraz, de vuelta a la oposición, se niegan a arrimar el hombro con el mismo desparpajo con el que lo pidieron y ponen palos en las ruedas con el ahínco con que antes demandaron no hacerlo.

Todo lo cual, a pesar de las contradicciones y exageraciones, es perfectamente normal dado lo pétreo de los rostros de nuestros políticos. Pero hete aquí que salta la sorpresa y un cualificado portavoz del PSOE, el cuasi tocayo Emiliano García-Page, va y propone un pacto secreto entre Rajoy y Rubalcaba. No aclara el preboste manchego qué contenido habría de tener ese pacto, aunque claro, eso lo hace porque se supone que será secreto. Tampoco dice cuál sería el objetivo del pacto, si bien cabe especular que se firmaría para hacer frente a la crisis. Sin embargo, parece que es matar moscas a cañonazos. Un Gobierno con mayoría absoluta tiene legitimidad suficiente para hacer frente a una crisis económica. ¿Entonces? Aunque estos socialistas son cada vez menos despabilados, tienen que tener un motivo para querer involucrarse en las medidas impopulares que van a tener que tomarse.

Para bien o para mal, el resultado de las elecciones andaluzas ha devuelto al PSOE su papel de fuerza indispensable para acometer cualquier reforma que los nacionalistas consideraran ultrajante. Centralizar, como ha propuesto Esperanza Aguirre, el Estado lo sería. Si por razones económicas hubiera que privar a las Comunidades Autónomas de competencias, la colaboración del segundo partido de la oposición se figura poco menos que indispensable. Participar con su aval en las reformas del Gobierno daría a Rubalcaba el protagonismo suficiente para afianzar su muy debilitado poder en el partido y de paso le permitiría disminuir el de Griñán, muy crecido por su triunfo en las andaluzas. No digamos si lo que se pacta es el tan barruntado gobierno de coalición. Ahora, la pregunta es, ¿le conviene a España aceptar en el equipo de bomberos a los incendiarios que han achicharrado el país? Antes que eso, es mejor casi cualquier cosa, pero puede que al final, el PP no sea capaz de hacer lo que hay que hacer sin ellos. En todo caso, ahora no es el momento porque, si el PSOE se pone a apoyar las medidas que vaya tomando el PP, la Bolsa se hundirá y la prima de riesgo se disparará. Lo mejor que hoy por hoy pueden hacer los socialistas para servir al país es oponerse. Y con cuánta más vehemencia, mejor. Eso daría credibilidad al Gobierno. Pero me temo que en el PP no lo saben.

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