La encuesta que este domingo publica El Mundo es muy reveladora. Nada hay de extraño que, a la pregunta de si ha quedado suficientemente aclarado quiénes fueron los autores o los organizadores de la masacre, los votantes del PSOE y de IU contesten que sí y los del PP, que no. Tampoco puede sorprender que esto mismo ocurra con la pregunta de si ha quedado suficientemente aclarado qué explosivo estalló en los trenes, aunque aquí los socialistas vacilan. Sí choca que a muchos izquierdistas les parezca bien que la Fiscalía haya abierto una investigación respecto de los restos de uno de los trenes descubiertos. Pero, lo verdaderamente inquietante es que la mayoría de los votantes de IU (no los del PSOE) crea que los tribunales no deberían investigar la manipulación de pruebas ni si hubo falso testimonio por parte de las rumanas que reconocieron a Jamal Zougam en los trenes. Tampoco creen que la prensa deba investigar.
Normalmente, en las sociedades con frágiles democracias, son los sectores más conservadores los que, aun admitiendo que determinados casos no han sido suficientemente aclarados, piensan que es mejor no hurgar. Se trata generalmente de actitudes fruto del miedo que da lo que pueda salir a la luz. En España, una actitud tan conservadora habría sido creíble en el electorado del PSOE porque aquí el sistema es de centro izquierda y la derecha, cuando gobierna, no aspira a cambiarlo, tan sólo a gestionarlo aguándolo un poco con democracia cristiana y moderado conservadurismo, pero nunca a subvertirlo con genuino liberalismo. En este sistema tan socialdemócrata, la extrema izquierda debería de tener cierta inclinación subversiva y una vehemente voluntad de cambiar las cosas. De hecho, esa parece ser normalmente su actitud.
Sin embargo, hete aquí, que enfrentados al 11-M, son los votantes de IU los más firmes sostenedores de la versión oficial y los que, como buenos conservadores, creen que es mejor no investigar nada para que los sapos y culebras que puedan aparecer si se rasca no dañen al sistema. O sea, que ahora resulta que son los comunistas quienes quieren darle carpetazo al 11-M y los que más miedo tienen de lo que pueda averiguarse si se sigue investigando. Es verdad que los comunistas pueden llegar a ser muy conservadores, pero sólo cuando tienen al régimen en el que viven como suyo y es lógico que entonces deseen "conservarlo". ¿Es que este sistema de nuestras entretelas es más suyo que de los demás? No tanto. Probablemente, la respuesta esté en quién es Zapatero. El 11-M llevó a La Moncloa no sólo a un líder sin fuste, sino a un activista de la extrema izquierda que, aunque no logró transformar el régimen, sí hizo política de ese color. Y fue la extrema izquierda la que lo socorrió para mantenerlo en el poder en las elecciones de 2008. Investigar el 11-M puede producir revelaciones que deslegitimen esa política. Y los votantes de IU no quieren ni oír hablar de ello.