La negación del rol desempeñado por los "sindicatos de clase" en el normal desarrollo de nuestras instituciones no conduce nada más que al catastrofismo, a la ideología, con que los propios sindicatos pretenden infectar toda España. No debemos desacreditar más a quien ya se desacredita solo con sus propias palabras. Es menester recordar, ahora más que nunca, la necesidad de sindicatos serios y organizados para crear un tejido laboral fuerte capaz de competir con el resto de Europa. Tampoco debemos perder un minuto de nuestra vida demonizando a unos sindicatos por la actuación de unos cuantos líderes sindicales. Al contrario, reconozcamos que hay sindicalistas muy serios que saben muy bien que los "sindicatos de clase" están ante una encrucijada dramática: o se transforman o mueren. Apoyemos, pues, a los sindicalistas que desean unos mejores sindicatos. Salgan a la palestra y hablen. Conozco a muchos de ellos, son muchos más de los que suponemos.
Es tiempo de los sindicalistas honrados y responsables. No hagamos, pues, ideología, porque estaríamos cayendo en la propia espiral de catastrofismo y engaño, de falsificación absoluta de lo real, que han comenzado a desarrollar CCOO y UGT por toda España.
Aunque resulten fuera de lugar, absolutamente desubicadas de la situación laboral de España, las palabras del sindicalista que, en Madrid, clausuró la manifestación contra la reforma laboral del Gobierno, centrémonos en lo importante: la viabilidad de la propia reforma laboral para crear condiciones que resuelvan nuestro principal problema nacional que no es otro que el desempleo. Por eso, precisamente, me parece que la ministra de Empleo ha sido precisa al invitar a los sindicatos a que hagan propuestas concretas para enmendar errores, ampliar medidas y, en definitiva, mejorar la reforma laboral.
La actitud política, en el mejor sentido de la expresión, adoptada por la ministra me parece ejemplar y se sitúa en los antípodas de un partidismo sectario como es el desplegado por Rubalcaba. Con sentido común, es decir, de Estado, Fátima Bañez les exige a los sindicatos que desempeñen con responsabilidad la función de su genuino oficio para el siglo XXI: mediar para que haya trabajo en condiciones dignas. Una sociedad vertebrada democráticamente necesita tanto de sindicatos como de patronales con sentido común. De Estado. En España, también este tipo de organizaciones ha desempeñado unos papeles importantes en el normal desarrollo de nuestras instituciones; por lo tanto, no creo que de la noche a la mañana, por mor de unos dirigentes que les cuesta a veces representarse a sí mismos, abandonen la vía de la negociación para entra en la vía de Rubalcaba “de cuanto peor para España, mejor para el PSOE”.
La actitud política de una joven ministra de Empleo ha dejado muy clara la alternativa que tienen los sindicatos: o la vía griega hacia el abismo, la algarada y el autoengaño con la que los propios sindicatos se auto amenazan en su enloquecimiento rubalcabiano, o la opción política de la negociación con un Gobierno que ya se sabe respaldado por la mayoría de los españoles y, por supuesto, con la opinión favorable de las instituciones de la UE.