Nigeria acapara últimamente muchos titulares que nada tienen que ver con su potencial económico –dicen que sustituirá a Sudáfrica como potencia económica del Continente Negro–, con sus exportaciones de petróleo –es el primer productor africano, y está en el top ten de los exportadores a Estados Unidos– o con su numerosa población –puede cifrarse entre los 155 y los 170 millones–. Es la amenaza terrorista de los islamistas radicales de Boko Haram lo que ha alertado a parte de la comunidad internacional. Fueron 120 los muertos registrados en los ataques anticristianos de la última semana de 2011.
La línea que en el continente africano separa el norte musulmán del sur cristiano y animista ha sido durante décadas escenario de duras guerras. Pensemos en Sudán antes de dividirse en dos países, o en Etiopía, que sufrió una dura ola violencia en marzo del año pasado. En Nigeria también se han enfrentando durante años.
El norte de este último país es musulmán, pobre y marginado. Los niveles de analfabetismo son brutales y no existen oportunidades económicas. De haberlas están en el sur, donde los cristianos están mejor formados. Hay doctores, escritores y profesores; y también las riquezas del país. Pero hay otros problemas que sumar. El 80% de los ingresos por petróleo acaban en los bolsillos del 1% de la población, al tiempo que el país tiene importar el 85% del petróleo refinado que consume. Por otro lado, a la extendida corrupción se une la mano dura de militares y policía, que utilizan la violencia de forma indiscriminada, con demasiadas muertes extrajudiciales y desapariciones inexplicables. El Gobierno está experimentando una creciente militarización.
En este panorama, los radicales de Boko Haram quieren imponer en todo el país la sharia, hasta hoy establecida en 12 de los 36 estados nigerianos. El nombre del grupo lo dice todo, ya que significa en hausa "la educación occidental es pecaminosa". A pesar de la captura y ejecución por parte de las fuerzas de seguridad de su líder, Mohamed Yusuf, en 2009, el grupo parece haber recobrado fuerzas; dicen los expertos que por sus recientes vínculos con Al Qaeda en el Magreb Islámico y quizá con los somalíes de Al Shabab, lo que se podría reflejar en una sofisticación de sus técnicas terroristas.
Por segunda vez consecutiva, Boko Haram ha teñido las Navidades de sangre. Además, en el pasado año bombardeó cuarteles de policía, atacó las oficinas de Naciones Unidas en la capital, trató de desestabilizar el proceso electoral con una ola de violencia y perpetró numerosos asesinatos.
A la inseguridad hay que añadir la duplicación del precio de la gasolina, con el consiguiente descontento de la población, y el establecimiento del estado de emergencia en varias provincias. Todo, en un país que dicen los expertos será muy pronto el próximo BRIC africano.