Ha muerto Václav Havel, dramaturgo, ensayista, intelectual comprometido, uno de los grandes campeones de la Libertad del último medio siglo.
Havel, humillado y ofendido por su condición de enemigo de clase en la Checoslovaquia proletaria, supo siempre que el comunismo era el Mal, una ideología antihumana que sólo podía generar devastación –política, cultural, ecológica, económica, social– allá donde se afianzara. Así que lo combatió sin tregua con todas sus fuerzas, pero sin recurrir a la violencia. ¿Quiere esto decir que era pacifista? De ninguna de las maneras. Con Mises, sabía que a veces el pacifismo a ultranza equivale a una rendición sin condiciones ante el peor de los enemigos. Por eso luchó denodadamente por que su país fuera miembro de la OTAN. Por eso apoyó la guerra para librar a los iraquíes del abominable Sadam Husein. Por eso era uno de los grandes amigos de Israel. Y de los Estados Unidos de América, a los que siempre agradecía que, en las dos guerras mundiales del siglo XX, salvara a Europa de sí misma.
Havel creía en el poder de los sin poder. Havel luchó por que las sociedades de los regímenes post-totalitarios se sacudieran el yugo del tedio, el servilismo, la alienación, la forzada hipocresía y la mentira librando la batalla de la libertad, la responsabilidad, la verdad. Como el papa Juan Pablo II, animaba a los oprimidos por el comunismo a no tener miedo. A finales de los 80, millones de centroeuropeos dejaron de tenerlo, dijeron basta, se alzaron con las armas de la dignidad contra sus tiranos. Por eso cayó el Muro de Berlín. Por eso Solidaridad conquistó el poder en Polonia. Por eso la Revolución de Terciopelo conmovió al mundo entero.
Havel o la responsabilidad, el compromiso, la Libertad, una vez en el poder siguió batallando por los que, una vez desaparecida la Europa soviética, seguían sufriendo en cuerpo y alma el comunismo. De ahí que siempre estuviera pendiente de Cuba, la Isla-Cárcel. Por eso los Castro lo odiaban. Por eso hoy todos los cubanos de bien le lloran. Por eso la brava Yoani Sánchez ha escrito lo que sigue en su cuenta de Twitter:
El poder de los sin poder, libro de Václav Havel que me ayudó a encontrar mi voz, a reconocerme como ente cívico. ¡Gracias, maestro!
Como Yoani se encarga de recordarnos día tras día ("Murió Václav Havel y nosotros apenas hemos comenzado a transitar por un camino que él emprendió hace varias décadas"), la lucha en la que Havel perdió la salud y se llenó de vida no está ganada. Nunca lo estará. Por eso es tan difícil librarla. Por eso no hay que bajar jamás la guardia. Por eso no es sólo un deber sino una necesidad tener siempre presente lo que dijeron e hicieron héroes como Havel, presidente filósofo que a la mentira totalitaria opuso el "vivir en la verdad".