Sólo un repunte de la situación económica americana, que los augures no prevén, o un candidato republicano muy malo, que suscite un importante rechazo de los independientes que, en definitiva, deciden la elección, le darían a Obama un segundo mandato. No digamos si ambas circunstancias coinciden. Ambas cosas parecen muy improbables. Su popularidad personal lleva meses 5 puntos como mínimo por debajo del 50%, llegando a veces al -9. Hablamos de medias de muchas encuestas. En algunas ha llegado al -14. El rechazo a sus políticas, especialmente a su gestión económica, es bastante mayor.
Esa situación cambió un poco la semana pasada. Las cosas son como se describen más arriba, pero algo menos favorables para los republicanos o adversas para el candidato demócrata.
Lo que la semana pasada sucedió fue que se celebraron elecciones de las que se llaman "de fuera de año". Por ley todas las elecciones americanas federales, estatales y locales tienen lugar matemáticamente un martes de comienzos de noviembre de cada dos años, pero hay algunas excepciones que conciernen sobre todo a vacantes que se producen inopinadamente y que se van cubriendo sobre la marcha, agrupando varios casos en un día, como por ejemplo el martes 8. Así pues, más allá de esa especie de reality show que están resultando los debates entre el octeto de candidatos republicanos a la candidatura, las elecciones del martes nos dan un pequeño e interesante atisbo de realidad sin show, con resultados mixtos, siempre complicados de interpretar. Había elecciones de varios tipos, estatales y locales, y también algunos referenda políticamente significativos. Hay resultados para todos los gustos. No mucho para el de Obama, pero algo, lo que no es un desastre para la derecha pero sí una advertencia. Cada comentarista ha tendido a centrarse en su caso preferido y, sorprendentemente, dado el valor de la muestra, los análisis comprensivos han brillado por su ausencia, salvo el brillante de Charles Krauthammer en The Washington Post, que nunca decepciona. Los detalles no interesan al público español, pero la tendencia es relevante para todo el mundo.
Los demócratas obtuvieron su única gran victoria en Ohio, estado clave para las presidenciales. Una reforma propuesta por el gobernador republicano para restar poder a los sindicatos de funcionarios fue ampliamente derrotada. Al mismo tiempo, otra consulta simultánea en el mismo estado obtenía el rechazo por un margen muy parecido de uno de los puntos centrales de la ley de Sanidad, que ha sido el discutidísimo buque insignia de la legislación de Obama a lo largo de todo su mandato.
En conjunto, el día no fue bueno para los demócratas, que siguen teniendo negros nubarrones en el horizonte. Los republicanos se apuntaron sus éxitos, pero no arrollaron. La conclusión podría ser que la oleada republicana representada por el Tea Party y las elecciones del medio plazo del año pasado no ha desaparecido, pero está perdiendo fuerza. La política americana suele tener un fuerte carácter cíclico y oscila unos cuantos puntos a derecha o izquierda del centro matemático. Lo sucedido el martes puede indicar que el péndulo vuelve a tender hacia el centro. Quién sea el candidato republicano y cuál sea su campaña puede resultar definitivo.