Hacía tiempo que la firma Dior no organizaba una fiesta en Madrid. El lugar elegido fue el Palacio de Cibeles, que tan de moda se ha puesto para organizar eventos después de ser la sede del Ayuntamiento de la capital del reino.
La cita era a las 21:30, y las señoras tenían que ir con traje de cocktail, y los señores de oscuro. Hasta ahí, todo normal.
Me extrañó mucho que en la entrada no hubiera nadie de la firma recibiendo a los invitados, pero nada más entrar, me enteré de que la plana mayor estaba cenando en Horcher, uno de los restaurantes más emblemáticos de Madrid, a pocos metros de donde era la cita. Allí estaban alrededor de una treintena de invitados, entre ellos directoras de revistas de moda, y todo capitaneado por Jaime de Marichalar, que es consejero de Loewe, que forma parte del mismo grupo empresarial, y su grupo de amigos.
Una vez terminada la cena, entre los que se encontraba Rafael Medina, su mujer, Laura Vecino, y Marisa de Borbón, que se ha convertido en su paño de lágrimas tras el divorcio de la Infanta Elena, todos llegaron con un gran despliegue de seguridad y grandes coches haciendo un alarde de tal categoría que era totalmente impropio. Esto se traduce como otra nueva esnobada del que fuera duque, que desde que dejó de serlo, no levanta cabeza.
El cocktail estuvo estupendo y muy divertido, pero a medida que la gente se iba enterando de la cena paralela, la indignación de muchos invitados se fue haciendo notoria. La misma Carmen Lomana comentó: "Esto en París no hubiera ocurrido nunca". Para la ocasión escogió un traje de John Galiano, en tonos burdeos.
Muchos de los allí presentes coincidían en opinar que esa cena estaba muy mal pensada, y que si hubieran organizado un almuerzo para esa misma gente y después la convocatoria de noche para todo el mundo, no hubiera pasado nada, y el resultado hubiera sido mucho más elegante, como corresponde a la firma.
Me pareció tremendo que la princesa Beatriz de Orleans no fuese invitada a esa cena, después de haber trabajado tantos años en esa casa. Estaba como tantos otros tomando una copa de champagne. Con ella al frente este hecho no hubiera ocurrido.
Fernando Martínez de Irujo, ajeno a todo, no quiso hacer ningún comentario sobre la reciente boda de su madre, pero su mirada lo decía todo, siempre tan señor y tan discreto.
Cecilia Gómez enseguida que le vio fue a saludarle. La bailarina se siente muy satisfecha con el resultado de su obra en Madrid, ahora se va de gira.
Olivia de Borbón, después de romper con Sebastián Palomo, dijo sentir mucho el divorcio de los que hubieran podido ser sus suegros. "Les tengo un gran cariño, y siento mucho por lo que están pasando. Sebastian y yo nos llevamos muy bien".
Amelia Bono llegó sin su marido, Jacobo Martos, y comentó el bulo sobre la relación entre José Bono y Marina Danko: "Nos quedamos pasmados, pero a pesar de eso mi familia y la de Palomo continúan siendo muy amigas, no les ha afectado para nada".
Jordi Mollá, como siempre, llegó solo. También acudieron David Delfín, Roberto Torreta, Alejandra Martos y su marido, y Laura Ponte. La verdad es que la convocatoria fue muy buena.
Carmen Cervera llegó casi rozando la media noche, ya que había estado presentando una exposición en el Museo Thyssen. Como viene siendo habitual, al preguntarle por su hijo Borja, dijo que la situación no había variado.
Una noche divertida, mucho más que esa cena tan mal ideada. No se puede ser tan esnob, no se lleva nada.