Hay que ver lo bien que pastorea el PSOE a los votantes españoles que residen en el extranjero. En Galicia, tras su recuento, los socialistas le arrebataron un escaño al PP, dejándolo con la mayoría absoluta raspada. Y en el País Vasco, su escrutinio les ha dado, a costa del pobre Larreina, el escaño número 25, ese que les permite prescindir del voto del único diputado autonómico logrado por UPyD.
Ahora bien ¿qué significa exactamente eso de poder prescindir del escaño de Rosa Díez? Rubalcaba nos explicaría con gesto condescendiente que los 25 del PSOE más los 13 del PP suman 38, es decir, la mayoría absoluta de un parlamento como el vasco que tiene 75 escaños. Aún así, ¿dónde reside la ventaja de poder prescindir de UPyD? Pues en el hecho a todas luces lamentable de que el PP vasco va a ser mucho menos exigente con López de lo que lo sería UPyD en el caso de que su solitario voto fuera necesario. ¿Es descabellado lo que exige Rosa Díez para respaldar la investidura de Patxi López? ¿Tan inaceptable es? Sólo pide que se garantice la posibilidad de ser educado en castellano, que se disuelvan los ayuntamientos controlados por los terroristas y que en el País Vasco la ley trate por igual a todos los ciudadanos, sean o no nacionalistas. No parece un programa que los socialistas y populares no puedan suscribir.
Sin embargo, están encantados de no tener que hacerlo. Luego, tanto los del PSOE como los del PP, van y se extrañan de que las encuestas para las europeas les digan que perderán un par de escaños cada uno en favor de la lista que encabezará Francisco Sosa Wagner.
Es obvio que, desde que Zapatero se hizo con el control del PSOE, los socialistas están dispuestos a aliarse con cualquiera con tal de aislar al PP. Yo, por mi parte, sigo convencido de que, aun en el caso de que se dejen votar por los populares para echar a Ibarretxe de la lehendekritza, los socialistas al final les traicionarán. Y lo harán con la ayuda del PNV, que finalmente se avendrá a soportar un lehendakari maketo con tal de volver a pisar alguno de los despachos que parece que socialistas y populares les van a obligar a abandonar. Lo que no entiendo es por qué el PP se aviene a ser presentado como ese partido que traga y pasa lo que la UPyD de Rosa Díez no traga ni pasa.
Es muy pronto para aventurar un resultado en las europeas. Pero, si en el PP no quieren que se produzca una sangría a favor del profesor Sosa, una de las cosas que deberían hacer es pactar un programa de exigencias con UPyD, presentarlo conjuntamente al PSOE y decirle a López que, si quiere ser lehendakari, tendrá que serlo con el voto y el programa de los dos partidos. O por lo menos, si UPyD no quiere participar, deberían exigir al PSOE tanto como habría exigido UPyD. Sólo así el nuevo frente podrá ser considerado genuinamente constitucionalista. Sin embargo, no lo harán. Y así, será muy difícil evitar dar la sensación de que este nuevo PP no sólo es tan blandito y dúctil como aparenta, sino que además está dispuesto a servir al Estado centrífugo que el PSOE trata de implantar desde que en 2004 accediera al poder. ¡Y luego se extrañarán de que haya electores del PP dispuestos a votar a UPyD!