
Incluso Avvenire, el diario de la conferencia episcopal italiana, hacía un parón en sus virtudes espirituales y lo describía en términos, digamos, más terrenales: "...1,80 de altura, físico deportivo y sin lugar a dudas, un hombre hermoso".
Georg Gaenswein tiene 54 años, y es alemán, como el Papa, del que es secretario personal. Cuando era joven tuvo una novia, a la que plantó para graduarse en derecho canónico. En 1995 partió hacia el Vaticano como oficial de la Congregación para el Culto divino. Al año ingresó en la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida entonces por el ex prefecto Ratzinger. Y de ahí, a ser la mano derecha del Pontífice, al que acompaña a todos lados: en el papa móvil, en sus viajes oficiales. Se ha convertido en uno de los hombres más influyentes del Vaticano.
Pero su belleza le persigue. La prensa rosa lleva años intentado encontrar a la novia que dejó por su vocación religiosa, pero no hay manera. Mientras aparece, han ido encontrando algunas perlitas para poder denominarle "el George Clooney del Vaticano" o "El pájaro espino de Benedicto", en una reedición de un Richard Chamberlain más agradable a la vista.
En concreto, fue la revista Chi la que se llevó el premio gordo: fotografías de Gaenswein sin sotana, con pantalones cortos y jugando al tenis. Instantáneas que han tenido una impresionante difusión por todo el mundo, hasta el punto de encandilar a personajes como Donatella Versace, que dedicó al atractivo monseñor una línea de ropa.
A buen seguro que durante la visita del Papa a España, muchos flashes estarán persiguiendo a Gaenswein, y mucha de la atención se centrará en su persona.