El prospecto informa al paciente de:
La composición del medicamento, es decir, las sustancias que lo componen. Están las que tienen actividad terapéutica, conocidas como principios activos, y otras como azúcar o colorantes, en los jarabes.
Las indicaciones, que especifican las enfermedades para las que el medicamento está recomendado. También la dosis o cantidad del medicamento que debe administrarse en cada toma y diariamente. En las contraindicaciones, aparecen los casos en que el medicamento no debe tomarse, ya que podría ser perjudicial para las personas que padecen enfermedades crónicas o alergias.
En el de las precauciones, se avisa de algunas circunstancias en que, pudiendo tomarse el medicamento, hay que extremar la vigilancia. En este apartado se nos informa también sobre los efectos secundarios y las reacciones no deseadas que puede producir un medicamento en nuestro organismo.
Las interacciones se producen por la administración simultánea de un medicamento con otros, dando lugar a un aumento o disminución de los efectos de los mismos. Éste es el motivo por el cual es tan importante avisar al especialista si se está siguiendo algún tratamiento antes de empezar otro, aunque se trate de un medicamento aparentemente inofensivo.
El prospecto
Siempre debemos conservar el prospecto junto con el medicamento. Pero, ¿conocemos realmente su contenido?. Prestamos atención sólo a las primeras líneas, y es esencial saber más si empezamos a medicarnos.
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