Que los discursos están llenos de contradicciones y, bastantes veces, de tonterías es conocido. Lo que ocurre es que, en ocasiones, se baten todas las marcas imaginables. Que una niña de diez años, pongamos por caso, les pida a sus padres como regalo un libro de Karl Marx ya es de nota. Pero que lo pidiera precisamente para el día de su Primera Comunión es de aurora boreal. Parece mentira, pero lo ha dicho ella misma y lo ha recogido Eldiario.es.
Seguramente habrá sido una niña precoz como es ahora una dirigente precoz del PSOE por haber sido incluida en la nueva Ejecutiva salida del reciente Congreso Federal socialista, en el área de Formación. Es la segunda más joven de la nueva Ejecutiva del resistente Pedro Sánchez. Pero no se imagina uno qué libro de Marx pidió, como no fuera el Manifiesto Comunista, que es el panfleto más legible de la pareja Marx-Engels.
Si pidió la Contribución a la crítica de la economía política, los Grundisse, el tomo primero de El Capital y, no digamos nada, los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 o la tesis doctoral sobre las diferencias de las filosofías de Demócrito y Epicuro, no es que sea una política precoz, es que es un genio que debería consultar si hay parecido en el libro Guinness de los récords mundiales.
Y luego, claro está, aporta el detalle de haberlo pedido su Primera Comunión, una ceremonia católica que los niños nunca olvidan, porque es la primera vez que el cuerpo de Cristo pasa a formar parte de su vida. Sabido es que Marx consideraba alienante a la religión y que sus partidarios en todo el mundo no pierden oportunidad de tratar de liquidarla como presencia cultural y moral y, si fuese preciso, y de ello hay ejemplos preclaros en España, de eliminar físicamente a sus seguidores. Algo chirría.
Se llama esta política prodigio María Márquez Romero, es parlamentaria andaluza desde 2015 y hasta ahora era la portavoz socialista en la Comisión de Cultura. Pero hay más. Es vocal de las comisiones de Economía, Hacienda y Administración Pública, y Empleo, Empresa y Comercio. Y más aún. Pertenece al Comité Organizador del XIV Congreso Regional del PSOE andaluz que se va a celebrar los próximos 6 y 7 de noviembre. Ni siquiera se puede encontrar todavía en la Wikipedia.
Según se desprende de sus propias declaraciones, eso de la literatura infantil y juvenil no va con ella. Tampoco la literatura en general o las obras de otros pensamientos que no sean socialistas. Va y lo corrobora: "Soy una friki de la política. Lo que más me ha inspirado en mi posición ideológica es leer a Alfonso Guerra. Cuando el tiempo nos alcanza es mi libro de cabecera". Ese libro, como es sabido o no, recoge las Memorias del sevillano desde 1940 a 1982, y que deja fuera todo lo mollar de su trayectoria política de envergadura.
En ese libro, ni siquiera Guerra se atreve a insinuar que leía a Marx en la intimidad de los diez años. En el colegio Miguel de Mañara, donde estudiaba, se autocalifica de "observador" de lo religioso, pero "cada mañana se leía el santoral en la capilla, los domingos era obligatorio acudir a la iglesia de San Bartolomé junto al colegio, para "oír" la misa, y cuando llegaban las principales fiestas religiosas, especialmente la de la Inmaculada Concepción, Patrona del colegio, debíamos, sin excusa, confesar y comulgar." Natural, como nos pasó a todos en aquellos años.
Poco debe haber aprendido de Guerra, que declara, eso sí, haber leído una biblioteca literaria entera, poética, narrativa y teatral, antes de saber algo de marxismo. Supo hacia los 20 años del Pablo Iglesias descrito por Antonio Machado o de Rosa Luxemburgo, que "se alejaba de las interpretaciones escolásticas que reducen el marxismo a una simple repetición de fórmulas y esquemas válidos para todas las situaciones y latitudes. Para ella nada está predeterminado en la historia, y las leyes del desarrollo no son más que tendencias." Genio y figura.
Pero María Márquez insiste. A los 12 años "veía una y otra vez" las cintas de VHS donde su padre "tenía grabados los debates entre Felipe González y José María Aznar (1993)". A los 14 años, el día de su cumpleaños, y al estilo Susana Díaz de la que ahora no es precisamente amiga, se afilió a las Juventudes Socialistas de Andalucía, la escuela de quienes han eludido trabajar por cuenta ajena o propia en la vida andaluza.
Aunque en su currículum se dice que es psicóloga social, no parece posible que ninguna o ningún colega andaluz haya podido cobrar los 5.312,50 euros líquidos que cobró, por ejemplo, en la pasada legislatura, mes de junio de 2018. Como tiene 31 años y nació en 1990, sólo ha conocido hasta los 28 años gobiernos socialistas en Andalucía, sobre todo los de Manuel Chaves, muchos de cuyos miembros están condenados en el caso ERE.
En realidad, parece que sólo ha cobrado de lo "público". Fue, otro rasgo de precocidad, directora del Instituto Andaluz de la Juventud, desde siempre un nido de incubamiento de los futuros dirigentes socialistas. Pero ya a los 19 años cobró su primer salario público: 120 euros al mes como concejala en el Ayuntamiento de su pueblo, San Juan del Puerto (Huelva), el mismo pueblo en el que nació 23 años antes la ex ministra de Trabajo del PP, Fátima Báñez.
Pero Báñez era de los ricos y ella recuerda a su abuela, que fue sirvienta en casa de un terrateniente andaluz de la zona desde los seis años ante el que su abuelo se quitaba la gorra en señal de sumisión. A su padre, ya no le fue tan mal porque llegó a ser psicólogo clínico. Y a ella menos. Todo habrá sido gracias al PSOE, porque el PP no ha hecho nunca nada aunque sus períodos de gobierno han sido los de mayor prosperidad, y menos paro, de la historia reciente de España.
Pero volvamos a la obsesión política de María Márquez que, ahora, pertenece al círculo de confianza de Juan Espadas, que ha sido quien la ha impulsado al estrellato político nacional. De momento, confiesa ocupar uno de los despachos más molones del Parlamento andaluz que ha decorado con postales feministas y caramelos de colores.
Antes de enemistarse mortalmente con Susana Díaz, le dio tiempo para ser ponente en la comisión que parió la vigente Ley andaluza de Memoria Histórica, que fue aprobada sin ningún voto en contra. Incluso logró la abstención del PP, que la facilitó, y en ello y así estamos.
Pero cuando era joven, seguía exhibiendo la precocidad de la que presume. A los 19 años, se fue a ayudar a Patxi López como voluntaria. Confiesa que para ella era más divertida la campaña electoral del vasco que "ir de acampada". Pero no le ha importado. Prefería ir a los actos socialistas, trabajar para el Banco de Alimentos o ayudar a los Amigos del Pueblo Saharaui, antes que ir a fiestas o cumpleaños. ¿Sabrá quién es Brahim Ghali?
Para esta friki socialista – la sustantivación es de ella misma -, todo lo que ha hecho el PSOE está muy bien, salvo en la etapa de Susana Díaz, etapa en la que se perdió el contacto con la realidad andaluza. En todo lo demás, el PSOE acertó y acierta, incluso en haber acordado con ETA el fin de la violencia. Ahora se trata de impedir que Juan Manuel Moreno pueda gobernar con Macarena Olona.
Ya que lee tanto las Memorias de Alfonso Guerra, debería recordar que su maestro odiaba las beaterías leninistas del comunismo soviético. "Cuando visitamos el Kremlin nos mostraron con una devoción más propia de un anciano monje benedictino el apartamento de Lenin. Hablaban del dirigente soviético y de su familia como si se tratase de unos santos mártires. Me sublevaron; no podía resistir tanta beatería en la adoración de un personaje como Lenin." Y fue y subrayó que Trotsky había sido eliminado de una foto, como ahora Susana Díaz.
A lo mejor María Márquez tiene que leer más despacio. Pero, en cualquier caso, haber pedido como regalo de Primera Comunión un libro de Marx, es sencillamente insuperable.