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Andalucía

Luis Ángel Hierro sobresalió ante Juan Espadas y Susana Díaz en el debate de primarias del PSOE andaluz

El sanchista Espadas acusó a Susana Diaz de no escuchar y fue acusado de plagio por Hierro.

El sanchista Espadas acusó a Susana Diaz de no escuchar y fue acusado de plagio por Hierro.
El candidato socialista Luis Ángel Hierro en el debate. | María José López / Europa Press

A las ocho y cuatro minutos de la tarde el debate transmitido en directo por el PSOE andaluz en su canal de Youtube sólo era visto por 1.615 personas. El máximo de audiencia en todo el debate no superó las 2.500 personas. Esto es, apenas un 5 por ciento del censo de votantes socialistas (alrededor de 46.000) llamados a decidir el próximo día 13 quién va a dirigir el partido, mostró algún interés en el debate.

Esta situación perjudica con claridad a quien fue la sorpresa del debate, el profesor Luis Ángel Hierro, de chaqueta y corbata, quien destacó de manera clara sobre una Susana Díaz, vestida de bandera andaluza, y Juan Espadas, en mangas de fina camisa asimilable a una guayabera caribeña. Su intervención apenas podrá pesar en el resultado porque no se vio aunque de todos modos era difícil porque el debate estuvo dirigido a cuadros del partido y a la organización interna más que a los ciudadanos simpatizantes.

Igualmente fue sorprendente la ofensiva del aparato de Ferraz a favor de Espadas, que contó horas antes con un vídeo de apoyo de Anne Hidalgo, alcaldesa de París ("Querido Juan", comienza) y nada menos que de Esther Piqueras, madre de la desaparecida Carmen Chacón, que lo apoyó directamente, desandando el camino de su propia hija, amiga política de Susana Díaz que la apoyó en las famosas primarias de 2012 que perdió ante Alfredo Pérez Rubalcaba.

La coordinadora, Eva Sáiz Escolano, responsable de El País en Andalucía, que parecía encontrarse en su casa, dirigió, no moderó porque inmoderarse era imposible con el corsé extremo de un debate que fue más que nada una serie de monólogos sucesivos, a los tres candidatos en un pobre escenario mal iluminado que dio una impresión umbría como las últimas encuestas que convierten al PSOE en el gran perdedor de las próximas elecciones, gane quien gane.

Susana Díaz optó por la moderación, la sonrisa, la amnesia de su etapa de gobierno y la pérdida de la Junta, la fuga ante los ataques directos de Juan Espadas, que fueron varios y por su apelación a las bases frente a un centralismo madrileño propuesta por Ferraz contra su persona. Esta vez no aludió a "ser mujer" como causa de su situación de lideresa cuestionada en el partido.

Juan Espadas propuso un impulso del municipalismo y acusó a Susana Díaz de no haber escuchado a los colectivos sociales, desde sindicatos a asociaciones varias; también de no haber parado de perder votos desde que llegó a la Junta y de representar todo aquello por lo que el PSOE perdió el gobierno de la Junta en 2018.

Tan sobrado iba que fue cogido en un plagio por el tercero en discordia, Luis Ángel Hierro, que le afeó que se apropiara de la propuesta de hacer posible la participación de las preguntas de los militantes en el debate. Es más, le acusó directamente de estar mintiendo ante la cara de circunstancias de Susana Diaz. Luego plagió él mismo la idea de los ERTE de la ex ministra Fátima Báñez.

Luis Ángel Hierro esbozó un programa socialdemócrata y keynesiano afirmando que bajar los impuestos no es de izquierdas, lo de izquierdas es subirlos, añadiendo que hay que sacar a Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena y que tardará un año en deshacer todo lo que haga el gobierno de centro derecha (extrema derecha para los tres) en los cuatro años de legislatura.

Por si fuera poco, reivindicó al primer presidente de la Junta en 1982, Rafael Escuredo, como valiente defensor de Andalucía como estabilizadora de España que se atrevió a dar un zapatazo nacional o hacer una huelga de hambre cuando veía en peligro los intereses andaluces. Pero mutis sobre la preeminencia de Cataluña y País Vasco.

Por lo demás, ningún tema relevante de la actualidad política nacional fue abordado por los tres aspirantes salvo el tema marroquí. Espadas afeó el comportamiento de Marruecos en Ceuta, Susana Díaz se sumió en la buena vecindad deseable y Hierro abundó en la complejidad internacional de un tema cuya dirección corresponde al gobierno de la nación.

Los tres parecieron haber olvidado de que el PSOE ha gobernado Andalucía casi desde 1979, su peso en municipios y diputaciones aliados con el PCE, y esbozaron una situación dantesca de Andalucía provocada por el desmontaje de "lo público" por parte del gobierno de Moreno Bonilla (con Vox, claro), sobre todo en sanidad, educación y dependencia. O sea, que el PP, Ciudadanos y Vox destruyen el paraíso que dejó el PSOE tras casi 40 años de gobierno.

Ni un atisbo de autocrítica histórica, al contrario, amenazaron con llevar la "memoria histórica" a las escuelas, ni un mea culpa sobre su fracaso al no haber conseguido en casi cuatro décadas que Andalucía saliera de los puestos de cola de los indicadores del bienestar.

Ni de Cataluña, ni de los indultos, sólo Hierro se atrevió días antes del debate a decir que el indulto es de origen absolutista y que no deben existir, ni de los privilegios fiscales y sanitarias de algunas autonomías sobre las demás, ni de la inmigración irregular, ni de la responsabilidad del gobierno Sánchez en la subida de la luz (Susana Díaz responsabilizó a las compañías eléctricas).

Ni una sola palabra sobre la corrupción que sigue y sigue, como las pilas duraderas, afectando a la cúpula de la Junta en la etapa socialista con dos expresidentes condenados y decenas de altos cargos implicados en diferentes casos. Ni un leve examen de conciencia ni un liviano propósito de enmienda. Antes bien, referencia continua a UGT como sindicato amigo, cuando está en los tribunales por fraude en las subvenciones.

Tampoco una palabra sobre la forma andaluza de hablar el castellano en Cataluña ni sobre el destino del millón largo de andaluces y descendientes acorralados por el separatismo ofensivo. Por eso no es de extrañar que la tendencia demoscópica constatada augure a este PSOE, cuyo destino parece ser un largo período de derrotas, se afiance tras este espectáculo para consumo interno.

Lo que más claro quedó es que en el seno del PSOE andaluz hay una división profunda sobre quién debe mandar y qué debe hacerse. Gane el que gane las heridas y las distancias internas no menguarán y el silencio es espeso sobre una alianza con los comunistas varios que quedan a su izquierda y sin los cuales nunca podrán acceder al gobierno. De una moción de censura al gobierno de Moreno Bonilla, ni palabra. Sobre el actual rumbo del gobierno del PSOE de Pedro Sánchez, ni mú. O sea, un esfuerzo inútil que conduce a la melancolía, no a San Telmo.

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