El tercero en la discordia de las primarias socialistas en Andalucía es Luis Ángel Hierro, profesor de Economía en la Universidad de Sevilla, que en origen fue un reformador socialdemócrata, y compañero de aventuras de uno de los intentos renovadores más serios habidos dentro del PSOE, que fue el protagonizado por Emilio Carrillo. Aquel intento, moderado, resultó fallido y desde entonces, no se recuerda nada parecido de cierta envergadura.
Miembro de una familia socialista de toda la vida, su hermana Antonia fue alcaldesa de Tomares hasta que fue derrotada por José Luis Sanz, del PP, él mismo fue quien proporcionó a una generación de políticos andaluces, sobre todo socialistas, un título con mimbre universitario para blanquear la absoluta indigencia académica de muchos cargos locales y provinciales. No desaprovechó la oportunidad para organizar un cuerpo de profesores del que alrededor de los dos tercios eran militantes socialistas.
Oscurecido por la batalla principal que se libra entre Susana Díaz y Juan Espadas, su peso estratégico es pues el derivado del apoyo que sus partidarios, que ya han demostrado no ser tan pocos como se creía, pueden dar en un futuro al uno o a la otra. Esto es, la pregunta es a qué candidato, si Espadas o Susana Díaz, apoyará cuando sea menester.
En plena campaña, trata de diferenciarse de ambos. Sobre Espadas deja caer, en una entrevista con La Razón, que es el candidato de Ferraz. Lo dice así: "Si Espadas no es el candidato de Ferraz, que lo digan. Sánchez no me ha llamado". Según cuenta, su candidatura es de base, sin aparato detrás, que quiere cambiar el partido y se confiesa abiertamente socialdemócrata, lugar de origen a donde quiere ver situado al PSOE.
Pero quizá lo más interesante es su teoría sobre la servilleta de Laffer. En un momento de la entrevista dice: "Con las reformas es con lo único que el PP hace política para bajarle los impuestos a los suyos, en lo demás no puede porque tiene que pagar el peaje de Vox. Lo que me parece irrespetuoso con la inteligencia de las personas es la explicación que dan: lo de que bajando impuestos se recauda más es una ocurrencia del señor Arthur Laffer, que tomando copas pintó en una servilleta una curva y hubo gente de la derecha que la utilizó para bajar impuestos, pero es tan antiguo como Ronald Reagan y todo el mundo sabe ya que los estudios demuestran que no".
No es una tesis nueva porque la curva de Laffer, en general, ha sido criticada por bastantes economistas y defendida por muchos otros. Paul Krugman, Nobel de Economía y gurú económico de la izquierda americana, la llama "doctrina excéntrica". Pero más que excéntrica es central en el pensamiento económico desde la Edad Media. El propio Laffer alude a Ibn Jaldún, de origen sevillano, como el primer formulador de su tesis.
Se le olvidó decir que la famosa servilleta de Laffer, que era de tela blanca, sobre la que el famoso economista describió el funcionamiento de la curva que relacionaba el nivel de impuestos y los ingresos del Estado se exhibe desde hace años en el Museo Nacional de Historia estadounidense de Washington. Por cierto, Laffer negó siempre que hubiera escrito nada sobre una servilleta, que consideraba una "cosa bella".
Ya saben que la idea de Laffer puede formularse de un modo vampiresco: "Si (los vampiros) le chupan demasiada sangre a su víctima, ésta se les muere, y se acaba una fuente barata de recursos alimenticios. Hasta cuándo se puede chupar, es decir, dónde se sitúa el nivel óptimo del tipo imponible, o sea el punto máximo de la curva de Laffer, es algo que nadie sabe. Laffer dice que, cuando los tipos impositivos superan este máximo, el Estado puede obtener más bajando los impuestos que subiéndolos".
En realidad, la de Laffer más parece una reproducción contemporánea del "justo medio" aristotélico donde reside el sentido común que otra cosa. Comer es necesario, pero si comes demasiado engordas y puedes enfermar. Como beber vino, como tomar calmantes, como hacer deporte…Cuando algo se hace en demasía termina siendo perjudicial.
Por lo demás, Hierro destaca en su opinión sobre los indultos a los golpistas catalanes que considera impropios de todo gobierno:
"El indulto es algo trasnochado, obsoleto. Las penas y su reducción tienen unos mecanismos que son judiciales y que deberían seguir siéndolo. Es una rémora que nos queda de la época del absolutismo donde el rey tenía la última palabra sobre la Justicia y que pervive en todos los regímenes, monárquicos y no, porque EE UU también los tiene. Estoy en contra de cualquier indulto, pero de existir, deberían estar posicionados en el Congreso, en el Parlamento, no en el Gobierno".
Algo que no habrá gustado a Pedro Sánchez, el mismo Pedro Sánchez al que apoyó en 2017. Eso sí, dice ahora Hierro que no hay contacto alguno entre ellos. De todos modos, su idea de la victoria y la derrota y de cómo puede quedar todo en el PSOE andaluz es la que sigue:
"Entiendo que el que gana, gana, y tiene como obligación integrar. Y el que pierde, pierde y tiene como obligación apoyar al que gana, a cambio de que lo integren. Eso ha ocurrido muchas veces en el PSOE, pero en el último congreso Pedro Sánchez fue defenestrado porque le dimitió la mitad de la Ejecutiva y cuando gana dice, ‘ya no me pasa más, la Ejecutiva es mía’; luego Susana aquí, ‘la Ejecutiva, mía’; llegan las elecciones autonómicas, ‘los parlamentarios andaluces míos’; vienen las generales, ‘los diputados y los senadores míos’. En resumen, integración cero… Hay que cerrar esa página, pero en eso, no olvidarla, como quiere hacer Juan (Espadas), porque él estaba entonces en el sitio equivocado".