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El PSOE pone en marcha la operación para gobernar Andalucía con Ciudadanos y Podemos

El favorito de Ferraz, Juan Espadas, gobierna en Sevilla junto a Cs y Adelante Andalucía.

Susana Díaz, junto a Juan Espadas en una foto de archivo | EFE

Dado que cuando un partido político no quiere decir nada sobre algo no lo dice, cuando se extiende un run-run sobre ese algo es que el partido quiere ir calentando motores e impregnando a la opinión pública de algún nombre o escenario o proyecto. Es lo que está ocurriendo con Juan Espadas, alcalde de Sevilla, al que Ferraz, una y otra vez, presenta como posible candidato socialista a la Junta de Andalucía.

Se ha presentado además a otros, como la mismísima María Jesús Montero, pero, aunque como Espadas, ha dicho estar a disposición de Pedro Sánchez para lo que haga falta, su puesto es muy relevante –ministra de Hacienda y portavoz del gobierno– como para aspirar a una vuelta a Andalucía que no está clara por la resistencia de Susana Díaz a abandonar el barco al modo Iceta.

También hay otros candidatos menores que sacaron la patita hace tiempo, tal vez demasiado antes, como Felipe Jesús Sicilia Alférez, de Jaén, expolicía, politólogo adscrito al zapaterismo y luego diputado autonómico y nacional, incluso portavoz adjunto, en tiempos de Pedro Sánchez. Por cierto, puso su firma en una proposición no de ley que resultó contener un plagio denunciado. No se puede estar en todo.

Pero en este mundo tenebroso de apariencias, mentiras, lluvias finas y gruesas y de manipulación de la opinión ciudadana y la propia opinión de los afiliados, hay que destacar lo que, al estilo cartesiano puro, es indudable. Y lo indudable es que Pedro Sánchez no quiere a Susana Díaz ni al frente del PSOE andaluz ni, naturalmente, al frente de la Junta de Andalucía.

Igualmente es indudable que Susana Díaz no ha querido una muerte dulce como le llevan proponiendo desde Ferraz hace ya tiempo y prefiere la batalla por seguir siendo la mandamás de un PSOE que, por primera vez, perdió el gobierno de Andalucía en diciembre de 2018 sin que, por el momento, ninguna prueba sociológica aporte señales de recuperación política. De hecho, puede incluso perder las elecciones, cosa que no ha ocurrido nunca desde 1982.

Susana Díaz tiene sus flancos derecho e izquierdo abiertos en canal. Por una parte, Ciudadanos, que la apoyó desde fuera del gobierno, no quiere apoyar a una candidata socialista que ha estado implicada en una estrategia de obstaculizar la investigación judicial de la corrupción de manera incuestionable y que tiene una trayectoria que la hunde en las simas donde se gestaron los macrocasos de los ERE y de la formación, cuando menos.

Por la otra, Teresa Rodríguez, cuando era la portavoz de Podemos ya dejó claro que nunca iba a gobernar con ella. Sabido es de todos que las relaciones personales de una y otra nunca fueron buenas si bien la líder "anticapitalista" ya ha anunciado que en caso de oportunidad de derribo del gobierno del "cambio" de PP y CS con Vox al fondo, estaría dispuesta a apoyar una moción de censura eficaz. Pero, seguramente, sin participar en el gobierno derivado, de ser posible.

¿Qué puede hacerse? Lo natural es que Pedro Sánchez haya paralizado la moción de censura que podría tener posibilidades de éxito en el Parlamento andaluz –sólo necesita cinco votos de Ciudadanos para conseguirlo y los puede tener con seguridad según las fuentes consultadas de la formación naranja–, hasta haber apartado de la pista electoral la incómoda figura de Susana Díaz, su inolvidable, aunque ineficaz y obtusa, guillotinadora en 2015.

Para ello, se prepara la operación que podría hacer posible la moción de censura ahora abortada que sería la moción más grande jamás contada porque terminaría de un tajo con el gobierno del "cambio" un año antes del comienzo de la campaña electoral. Pero es una operación con riesgos y cabe la posibilidad de aplazarla del todo hasta que se formalice un segundo "gobierno del cambio" que tenga participación de Vox y sea blanco de los ataques a la supuesta extrema derecha que dicen representa.

La figura creciente de Juan Espadas

Ahí aparece la figura de Juan Espadas, el candidato que ya dado el sí a Ferraz incluso antes de que se lo pidan formalmente, y ya ocupa páginas y mensajes de los medios y las redes sociales situándose poco a poco como el candidato perfecto para sustituir a Susana Diaz.

No es que esté libre de pecados políticos y de sombras inquietantes porque ha sido de todo en las Consejerías de Medio Ambiente y Vivienda y Ordenación del Territorio en tiempos de Manuel Chaves y José Antonio Griñán que, si por la Fiscalía del Supremo fuera, estarían inhabilitados y el último, en la cárcel.

Por ejemplo y sin ánimo alguno de exhaustividad, fue presidente de la empresa pública Egmasa, una empresa plagada de escándalos que pueden afectar a cualquiera de sus ex dirigentes. También lo fue de la Empresa Pública del Suelo (EPSA). Por si fuera poco, su mujer, Carmen Ibanco García, fue colocada a dedo por la Fundación FAFFE, colocación luego oficializada por Griñán y su decretazo transustancializador de enchufados de partido a empleados legales de la Junta de Andalucía.

Por si fuera poco, hace bien poco se ha recordado que Espadas está enganchado en el escándalo Isofotón junto a la ministra de Hacienda y buena amiga, María Jesús Montero, además de otros ex consejeros de la Junta de Andalucía. Y así podría seguirse en un memorial de sombras.

Pero hay un elemento que no puede pasar desapercibido: la preferencia de Inés Arrimadas por Juan Espadas. De hecho, en la visita, una de las muy pocas, que giró a Andalucía la todavía líder de Ciudadanos no se mostró efusiva con el Juan Marín de entonces, partidario de coalición electoral con el PP, pero sí se acercó a visitar a Juan Espadas, con el que logró ser parte del gobierno del Ayuntamiento de Sevilla. Esto es, Juan Espadas tiene el flanco derecho a buen recaudo mientras la nave vaya.

Por otra parte, resaltemos que el Ayuntamiento de Sevilla, donde bastonea Espadas, se sostiene gracias a los apoyos de Ciudadanos y la extrema izquierda de Adelante Andalucía, simultáneamente. Y ojo, que el muñidor de los acuerdos con el PSOE de Espadas fue el propio Juan Marín.

O sea, que Juan Espadas será un candidato bien visto –de "buena persona" además de buen gestor ha sido calificado por el hombre fuerte de Pedro Sánchez en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis–, con las anteojeras que se quieran para la ocasión, tanto por Adelante Andalucía, ya se verá sin con los "anticapis" o no, como por lo que quede de Ciudadanos.

Pero, claro, primero hay que aniquilar a Susana Díaz si antes no se aviene a morir en la cama sanchista. Parece indudable que la operación de gobierno andaluz con el apoyo de la izquierda comunista y Ciudadanos de forma conjunta, está en marcha. Que Juan Marín haya jurado que nunca con el PP pero no haya jurado lo mismo con el PSOE y sus socios de izquierda, es inquietante.

Dos escenarios pueden ser posibles: la moción de censura a primeros de 2022 para disponer de la Junta antes de la convocatoria electoral de finales de año o esperar al resultado electoral y ante la inevitable formación de un gobierno de PP con Vox, gritar ¡blasfemia! y forzar a lo quede de Ciudadanos a inclinarse al lado de la restauración socialista con comunistas y todo. Ya todo dará igual salvo la supervivencia. Se verá.

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