Aunque el PP andaluz insiste en que Teodoro García Egea e Inés Arrimadas han dado el visto bueno al texto del acuerdo por la estabilidad que prohíbe que haya trasvases de cargos y militantes de uno a otro partido hasta el final de la legislatura (que los del PP vayan a irse a Ciudadanos es demasiado suponer), lo cierto es que fue García Egea el que abrió los brazos a la emigración política procedente de la formación naranja.
Es más, es que ayer mismo el secretario general del PP seguía en sus trece de seducir a ex altos cargos de Ciudadanos, como Toni Cantó, sin recato alguno. Pero en Andalucía, donde la inquietante sombra de El Lobo Hervías parecía augurar un tráfico inmediato de diputados, concejales y demás fichas hacia su nuevo partido, el PP, Juan Marín ha logrado que Juan Manuel Moreno acepte que tal operación sea prohibida. Otra cosa es que pueda considerarse "tránsfuga" a quien lo perpetre a pesar de todo, como parece deducirse.
La proscripción de la trashumancia política de Cs hacia el PP ha sido recogida en el "acuerdo de garantía de estabilidad" que, además de asentar el acuerdo de cogobierno existente en Andalucía y asegurar que la legislatura durará hasta el final (no tienen en cuenta la opinión de Vox, claro), añade que en Andalucía no se va a producir "ningún trasvase entre cargos de las formaciones políticas con representación parlamentaria".
Para Juan Marín, por ahora dueño del aparato ciudadano en Andalucía, el acuerdo era necesario para cortar de raíz los presuntos malsanos deseos de algunos seguidores de El Lobo y se "reafirma más esa estabilidad y lealtad institucional que siempre ha habido" en el Ejecutivo andaluz de coalición de PP-A y Cs.
El problema es que las cuentas son tenebrosas. De una parte, tenemos la influencia de Fran Hervías El Lobo, gravitando sobre la mitad, uno arriba o abajo, de los diputados actuales de Ciudadanos. De otra, disponemos del negro panorama electoral que augura que de los 21 escaños actuales sólo quedarán cinco o seis, lo que viene a sentenciar que 15 o 16 diputados de Ciudadanos estarán en el paro político en menos de dos años.
Cabe profetizar que en los puestos de salida de las candidaturas de Ciudadanos a las elecciones andaluzas de 2022, los partidarios de Marín, más fuerte desde el lunes, serán privilegiados. Por ello, ¿cuál será el comportamiento real de aquellos que saben que la suerte está echada y que su futuro ya no es el que era? ¿Aceptarán la "ley seca" del trasvase de Marín? ¿Cómo impedir que alguien se dé de baja en Cs, y dejando sus cargos públicos, se pase al PP en pleno "oasis"?
Y además, la algo más que travesura de Arrimadas en Murcia y la tal vez abortada en Madrid y en otros lares, ¿habrá dañado la confianza, ese capital político delicado tan difícil de mantener tras una fechoría, más aún si se va de la mano de un PSOE sin límites morales? El PP andaluz que preside Andalucía por razón de fortuna y del apoyo de Vox, del que dependerá cada vez más, parece creer que Ciudadanos en Andalucía es un "oasis" de lealtad, pero eso es algo que sabe no podrá probarse hasta que se pruebe.
Tampoco cabe asegurar que los intereses fagocitantes del PP nacional sobre la presa naranja no vayan a colisionar una y otra vez con el voluntarismo de este acuerdo que insiste en la dominación de los aparatos sobre la libertad de los cargos, los militantes y los afiliados. La debilidad que exhibe esta operación de Juan Marín contra Fran Hervías es evidente porque, ¿para qué prohibir algo que no se teme o espera?
El acuerdo buenista firmado por Ciudadanos y el PP andaluz sostiene además que hay que agotar la legislatura olvidando que, de momento y hasta que Vox diga otra cosa, el apoyo parlamentario de este partido ha sido suspendido hasta que Ciudadanos, más que el PP, cumpla lo que firmó sobre la educación y otros puntos.
El PP andaluz, por boca de su superportavoz, Elías Bendodo, ha expuesto que, tras hablar con García Egea, con el que están enfrentados a muerte en Sevilla por la dirección provincial, éste ha "comprendido y respalda la decisión importante que hemos tomado de dotar de mayor estabilidad al Gobierno y que el mensaje debe ser que todos nos quedamos en Andalucía donde estamos, para que no haya injerencia ni ruido externo".
Como tal afirmación choca con los llamamientos reclutadores de García Egea a los militantes y cargos de Cs tras la celada de Murcia, Elías Bendodo se dedicó a los encajes de bolillos mentales. Tomen nota:
- El PP es un partido "de puertas abiertas, para entrar y para salir"
- El PP no pregunta a nadie "de dónde viene, y nunca le preguntamos a nadie de dónde viene".
- El PP es un partido "en el que puede entrar quien quiera".
Y añadía a continuación: "Pero nosotros ahora vamos a respetar este acuerdo", o sea, que se van a levantar fronteras entre ambos partidos para que nadie pueda saltar muros o cruzar verjas. Es decir, el PP cierra las puertas, interrogará a los recién llegados para saber de dónde vienen y no todos podrán entrar.
Marín, por su parte, insinuaba que este acuerdo podría ser extrapolable a otras regiones españolas para que "se respeten unas reglas del juego" que implican que Cs rechazará la afiliación de cualquier responsable político del PP y que el PP haga lo mismo si alguien de Ciudadanos llama a su puerta.
O sea, que una de las medidas de regeneración democrática de Marín podría ser la prohibición de cambiar de ideas, de partido o de grupo parlamentario si tal cosa disgusta a los aparatos de PP o Cs. Esto es, el que se mueve no sale en la foto, como antes, como siempre. ¿Y las libertades constitucionales de las personas?