Sabido es que el presidente del PP no pasa por sus mejores momentos tras el descalabro de su estrategia en Cataluña, sus anómalas negociaciones con el PSOE y el cuestionamiento abierto de su liderazgo dentro y fuera del partido. Pero insiste en aventuras poco explicables que pueden suponerle un nuevo traspiés.
Además de su lejanía orgánica del PP gallego y otros PP autonómicos, ahora se empeña en hacer visibles sus diferencias internas con Juan Manuel Moreno, presidente del PP andaluz y de la Junta de Andalucía. El escenario será el congreso provincial de Sevilla donde ambos apuestan por distintos candidatos.
La cuestión es que mientras el candidato de Juan Manuel Moreno es inteligible, guste o no la evidente influencia arenista en su designación, no lo es tanto la inteligibilidad de la candidata de Pablo Casado. En cualquier caso, queda escrito que el control por los aparatos provinciales andaluces es una batalla que ya no pueden disimular.
El candidato arenista asumido por Juan Manuel Moreno, desde hace tiempo discreto aliado del viejo dirigente popular en la Comunidad, es el alcalde de Carmona, Juan Ávila, que obtuvo una amplia mayoría absoluta en las elecciones municipales de 2019. Es inteligible que un alcalde que gana elecciones abrumadoramente en una importante ciudad sea propuesto como nuevo presidente provincial del PP para el congreso del 27 de marzo.
No es tan inteligible que la candidata de Pablo Casado sea la actual presidenta provincial, Virginia Pérez. Resulta poco comprensible para las bases del PP sevillano porque fue la propia Pérez la que, en las primarias nacionales que dieron la presidencia a Pablo Casado, se alineó abierta y agriamente con Soraya Sáenz de Santamaria y Javier Arenas exhibiendo modos y maneras muy discutidas.
O sea, que Pérez, en estos años, ha dado una larga cambiada a sus antiguas posiciones y ha pasado de ser de martillo de los herejes casadistas con muy malas artes y formas a novicia del titubeante aparato de Teodoro García Egea, con el que mantiene contactos que no disimula y por el que se siente apoyada en estas futuras primarias.
Igualmente destaca la distancia que ahora la separa de Javier Arenas. "Personalmente creo que Javier Arenas no ha superado el proceso congresual del verano de 2018. Hoy todos debemos trabajar por el proyecto de Juanma Moreno y de Pablo Casado, ese ha sido y seguirá siendo mi objetivo. Moreno y Bendodo son lo suficientemente inteligentes como para no percibir únicamente la realidad del PP de Sevilla a través de los ojos de Arenas. Si así lo hicieran estarían excluyendo a la inmensa mayoría de la militancia". Un misil disparado en Diario de Sevilla hoy mismo.
Lo curioso es que, a pesar de estas circunstancias, la candidatura de Virginia Pérez puede tener opciones de victoria por su presencia en los distritos de Sevilla capital y el apoyo que recibe de una gran cantidad de municipios y alcaldes importantes de la provincia. La falta de potencia del PP local de Sevilla en manos del arenista Beltrán Pérez hace que la influencia de la candidatura del arenista Juan Ávila, apoyado por Juan Manuel Moreno, pueda perder.
Otras interpretaciones leen que todo lo que pasa en Sevilla es que las brasas de la batalla que enfrentó a Javier Arenas contra Juan Ignacio Zoido y José Luis Sanz no se han apagado. El arenismo quiere impedir el ascenso de José Luis Sanz a la alcaldía de Sevilla y sus enemigos internos subrayan el peligro real de la presencia activa del "campeón" en la política andaluza debido a sus hilos conductores con los escándalos nacionales del PP, del que fue secretario general entre 1999 y 2003.
De seguir adelante la promoción de dos candidaturas y celebrarse finalmente un congreso en estas condiciones, se habrá evidenciado una división entre las cúpulas andaluzas y nacional y una división interna, otra más, en el PP de Sevilla.
Según las fuentes consultadas por LD, Moreno vería con buenos ojos una negociación previa que impidiera un espectáculo político en el que podría resultar derrotado porque Virginia Pérez –lo de la política y los extraños compañeros de cama sigue siendo cierto– está siendo apoyada por Casado y García Egea pero, además, por sus antiguos enemigos José Luis Sanz y Zoido debido a la influencia de Arenas en la Junta, vía consejería de Cultura y de Salud y Familias, y en la otra candidatura del alcalde de Carmona.
Pero, en el caso de que la belicosa y poco manejable, según ella, candidata casadista fuera derrotada y el control del PP sevillano pasara a manos del dúo Moreno-Arenas, no cabe duda de que la proyección nacional y autonómica del nuevo batacazo de Pablo Casado podría tener una relevancia inesperada.