Quedan oficialmente casi dos años para la convocatoria de elecciones andaluza y casi tres para las elecciones generales. Estamos en plena pandemia de coronavirus con incertidumbres máximas para la salud y la vida económica y social. Todo está cogido con alfileres gubernamentales. De no ser por la regularidad, y cada vez más celeridad, en el pago de nóminas funcionariales, desempleos y pensiones (se está llegando a pagar los días 22 de cada mes) todo podría derrumbarse en un santiamén y volver a horizontes turbios.
Pero ahí está el ejemplo, el mal ejemplo de Pedro Sánchez y su ministro Salvador Illa, a los que parece darles igual todo salvo que el PSC recupere posiciones en el parlamento catalán. Y luego ya se verá o se tapará con el CIS o el cisco. Y, claro, el run-run electoral ha hecho que los pequeños del Sur –según las encuestas, pequeños de verdad va a haber dos, Ciudadanos y los anticapitalistas del dúo TereKichi -, hayan decidido comenzar el baile urnamental, aunque queden dos años para el evento. Quién sabe.
El Mundo publica este lunes en su edición andaluza una muy extensa entrevista, cosa rara, con Teresa Rodríguez, que se explaya en explicar cómo ha sido el navajazo fullero que le ha endiñado su nunca amigo Pablo Iglesias. Tan es así que dice arrepentirse ahora de no haber puesto el acuerdo de separación amistosa que hicieron Podemos y Adelante Andalucía por escrito.
Lo curioso es que Teresa Rodríguez, con el arma desenfundada, alude a un presunto conspirador comunista de reconocida trayectoria, Rafael Ibáñez, asesor de Inmaculada Nieto, la actual portavoz del grupo parlamentario expropiado, ya veremos si legalmente, a la roteña.
El caso es que Rafael Ibáñez Reche, nombre completo de quien fue abogado laboralista en CCOO de donde fue despedido de forma irreverente, fue contratado por Inmaculada Nieto para purgar la plantilla del grupo parlamentario intentando despedir a cinco trabajadores el pasado mes de diciembre.
Y el caso es además que Ibáñez Reche es el exmarido de María Jesús Montero, actual ministra de Hacienda del gobierno de Pedro Sánchez. Es bien sabido que Montero está presente en las quinielas de la sucesión de Susana Díaz al frente del PSOE andaluz, con lo que el entuerto promete.
La dirigente izquierdista gaditana acusó abiertamente al PSOE de estar interesado en su defenestración por cuanto ella es manifiestamente contraria a un pacto con el PSOE y a participar en gobierno alguno con él, lo que limitaría extraordinariamente las posibilidades de gobierno socialista en Andalucía para unos cuantos años. No se le escapa el nombre de Susana Díaz.
Tampoco se le escapa el PP, por lo mismo, pero al contrario, lo que no se entiende bien. Más bien al PP le encantaría su presencia en la izquierda radical andaluza durante muchos años para impedir, en efecto, la coalición de las izquierdas.
A Izquierda Unida y Podemos los acusa abiertamente de su expulsión del grupo parlamentario. Rodríguez acusa a IU y Podemos directamente, sobre todo al Partido Comunista, de quedarse con un dinero que no le corresponde de las subvenciones oficiales. También da una puntadita como la comparación de Puigdemont con el exilio republicano español.
Pero en la parte propositiva Teresa Rodríguez hace aguas por varios agujeros. Por una parte, se declara no nacionalista a pesar de ir acompañada por partidos independentistas y andalucistas en su coalición Andalucía no se rinde, da muestras de un cansancio vital comprensible que quiere volver a la enseñanza y a la familia como ejes fundamentales y declara que su andalucismo es más que nada un método de análisis. Eso sí, alcaldesa de Cádiz no se ve.
El otro pequeño, el Ciudadanos de Juan Marín que mengua y mengua sin saberse a ciencia cierta cuál será el tamaño final que exhibirá tras las elecciones andaluzas, ha comenzado a convulsionar desde hace tiempo, pero le ha entrado una especie de telele tras la visita pastoral de Inés Arrimadas de hace unos días.
Ya dijimos que Arrimadas se arrimó bastante a Espadas, esto es, al PSOE del futuro y deslució a Juan Marín, que tiene un pleito interno con el sector liderado por "El lobo", Fran Hervías, y su familia, y que ya no controla tanto el aparato como cuando Ciudadanos era el clan de la Manzanilla y cuatro gatos más.
Ahora la cosa está muy discutida, con un alcalde de Granada, Luis Salvador, ex socialista, mucho más visible que antes; una Rocío Ruiz, consejera de la cosa social muy hostil a su figura y sus criterios, que ha desafiado abiertamente y a un grupo de dirigentes del aparato que ya no controla. Por ejemplo, el actual portavoz de Ciudadanos en Andalucía, Guillermo Díaz.
Muchas dudas debe tener Marín cuando desde ahora se ha postulado ya como candidato a dirigir el partido en las próximas elecciones primarias. Nada más salir Inés Arrimadas por Despeñaperros, Marín se postulada como líder futuro de Ciudadanos y obligaba a sus críticos a entonar el canto de "no es el momento de hablar de primarias".
De momento ha cosechado apoyos importantes como los del propio Salvador, Marta Bosquet, presidenta del Parlamento andaluz, Julio Díaz, Enrique Madueño o Javier Millán, entre otros. Pero su prontitud preelectoral ha hecho reaccionar de muy malas formas a su adversario y jefe de comunicación, Guillermo Díaz, que ha acusado a Marín de oscurecer la figura y la tarea de Inés Arrimadas.
Es más, Díaz, que parece formar parte del frente arrimadista ante el frente marinista, acusa a al adelantado Marín, nada menos, que de frivolizar la imagen del partido naranja en los peores momentos de España desde la guerra civil. O sea, Marín, afánese en salvar vida y empleos en vez de salvarse quien pueda, parece espetarle. Vaya.