Andalucía, sur de Europa, se encuentra en una zona templada del hemisferio Norte y social y políticamente hace gala de una temperatura política moderada, muy especialmente desde la transición democrática, salvo en momentos inesperados debido a calentamientos acumulados que provocan explosiones inesperadas. Hay síntomas, aún leves, que parecen indicar que el termómetro del Sur comienza a subir. Relacionemos algunos.
No se comprende que la Junta de Andalucía se esté quedando sin vacunas (¿cómo se estarán distribuyendo?) y que tenga que pedir el confinamiento voluntario de los andaluces porque los datos de contagio por covid son alarmantes.
Hay un Gobierno de España que se niega una y otra vez a adoptar medidas comunes y generales ante el recrudecimiento de una pandemia como si entre las comunidades autónomas hubiera fronteras reales, muros alzados, en vez de delimitaciones ficticias en los mapas. Y la hostelería agoniza en una región donde su comercio es base económica, pilar turístico y tradición.
Con más de la mitad de los municipios andaluces confinados perimetralmente desde el sábado, con todas las ciudades de más de 100.000 habitantes sanitariamente enclaustradas y con tasas aceleradas de contagios, es imposible entender al ministro Illa, salvo que sus intereses personales y electorales se sitúen por encima de todos los intereses de todos los españoles.
Y la covid produce sectarismo institucional, mostrado por José María González, Kichi, que aduce las distancias y las medidas de seguridad, él, que las incumplió recientemente en un bar, para desairar al Rey de España en una visita oficial a Cádiz en la que el sillón de alcalde de todos los gaditanos quedó vacío.
Por si fuera poco, sus "anticapitalistas", que braman en Andalucía contra la perrería que les hicieron los podemitas y los comunistas de IU echándolos del grupo parlamentario y quedándose con el dinero de las subvenciones, por una parte, montan otra marca, "Andalucía no se rinde" (no se sabe qué Andalucía es la que no lo hace) y, por otra, persiste en su defensa de los independentistas catalanes que dieron un golpe de estado y fueron condenados por ello.
En el PSOE, que siguen sumando los casos de alcaldes y concejales que se vacunaron indebidamente, el sanchismo se dispone a decapitar políticamente al susanismo tras haber afirmado su lideres que para echarla habrá que hacer unas elecciones primarias porque la solución Iceta, apartarse sin más a cambio de prebenda o merced, no va con ella. Pues tendrá primarias. Y de paso, acentúa la presión política sobre un PP que tiembla cuando tiene que tomar alguna decisión de relieve.
Por ejemplo, Canal Sur, donde el edificio sectario construido por el PSOE y la izquierda afín durante más de 30 años continúa intacto como demostró la huelga del pasado 22 de diciembre que dejó a oscuras las televisiones. A pesar de las promesas de cambio, todo está como solía, hasta el punto de que Vox, su leal aliado y gracias al cual Juan Manuel Moreno es presidente de la Junta, está levantando la voz y advirtiendo que no tolerará más incumplimientos de los pactos que se suscribieron.
Tampoco ayuda el ominoso lance del derribo de la Cruz de Aguilar de la Frontera. La izquierda comunista al mando del pueblo por mayoría absoluta ha arrancado la cruz del llanito de Las Descalzas por considerarlo un símbolo del franquismo. Pero es la Consejería de Cultura de la Junta quien se lo ha facilitado y justificado. Además, ¿dónde está la cruz desarraigada? ¿Por qué no se permitió a las monjas conservarla? ¿Ha sido destruida? Y todo eso, más de 80 años después. Vox ha reaccionado y se ha situado en primera línea de la polémica. Natural.
Por su parte, la Junta del "cambio" trata de que se cambie la financiación andaluza, puteada desde 2009 y obra de Zapatero. De momento, ni ha conseguido que el dinero por andaluz para salir de la crisis de la covid sea el que le corresponde. Ahora, pide la reunión urgente del Consejo de Política Fiscal y Financiera de la mano de Galicia, Castilla y León, Murcia, Madrid y Ceuta.
Y para colmo viene Inés Arrimadas y recuerda a los andaluces que el "cambio" puede devenir en "cambiazo" y volver a apoyar a un gobierno socialista que estaría apoyado en la izquierda radical porque no hay otra opción. No lo ha dicho así, pero se le ha entendido todo cuando se ha referido a su posición "centrista". Y sin Marín.