
La Operación Paso del Estrecho no es una operación menor porque afecta a más de tres millones de personas todos los años. Procedentes de diversos países de Europa, familias completas atraviesan Europa y la península ibérica con el fin de llegar a sus países de origen, muy especialmente Marruecos y Argelia. En el caso marroquí, la acumulación de miles de coches en largas colas en el Puerto de Algeciras o en Tarifa son ya proverbiales. Pero este año se ha interpuesto en esta ruta la realidad incierta de una pandemia que no termina de aclarar su evolución y su futuro.
Primero fueron las autoridades de la Junta de Andalucía las que pusieron el dedo en la llaga. Andalucía, una de las comunidades que con más éxito ha combatido el coronavirus, no podía ver peligrar el nivel de salud pública conseguido con una operación sin garantías suficientes o sin protocolos definidos que minimizaran sus riesgos.
La reacción de la izquierda andaluza fue inmediata y canalizada a través de las llamadas ONG afines. Por resumir, digamos que tanto la Asociación de Defensa de los Derechos Humanos de Andalucía, como Caminando Fronteras, SOS Racismo e incluso la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes, acusaron a la Junta de racismo y de anteponer el turismo a la Operación Paso del Estrecho.
Lo mismo hicieron, aunque no en primera línea, Adelante Andalucía, que llamó racista a la Junta de Andalucía, y el PSOE andaluz que diagnosticó que la Junta estaba contagiada de "trumpismo". CCOO abundaba en la relación de PP y racismo y UGT, la más prudente, esperaba a ver si Marruecos decidía abrir o no sus fronteras cerradas por el confinamiento interno a que está sometido hasta el día 10 de julio.
El Gobierno de Pedro Sánchez, que había dado vía libre a la circulación de personas desde Gibraltar gracias al acuerdo del ministro Marlaska con las autoridades gibraltareñas, parecía que iba a inclinarse a permitir la Operación Paso del Estrecho aunque la retrasaba con mínimo al 15 de julio y admitía que la última palabra la tenía Marruecos.
Pues Marruecos ha hablado. El ministro marroquí de Exteriores, Nasser Bourita, anunció este lunes en el Parlamento que este verano no habrá Operación Paso del Estrecho (OPE) porque no ha podido prepararse adecuadamente. Es la primera vez que se suspenden 33 años de funcionamiento.
Según el ministro marroquí y cita Europa Press, "la operación Marhaba –como se conoce en Marruecos– es un concepto para el que hay que prepararse desde abril y que necesita coordinación con diversos países. No se trata de un simple paso sino de una animación con actividades culturales y de diversión, así que es evidente y natural que la operación tal como la conocemos no tendrá lugar".
Tal afirmación sembró dudas porque Bourita separaba la operación Paso del Estrecho en sí y la posibilidad de que los marroquíes que residen en el extranjero vayan a su país en verano. De hecho, tal circunstancia no se descarta, pero tiene demasiados factores que la obstaculizan.
El primero de ellos, que las fronteras de Marruecos con España están cerradas y sólo se han abierto, controladamente, para permitir la repatriación de los 4.000 temporeros marroquíes atrapados en España desde hacía meses.
Además, habrá que tener conocimiento preciso de las medidas sanitarias que deberían adoptar todos los países por donde pasen las caravanas familiares. También se tiene que tener en cuenta la situación sanitaria internacional y los rebrotes que se están conociendo no ayudan a dar luz verde a la Operación. Finalmente, Marruecos tiene que comunicar cuál será su protocolo sanitario porque será un país de gran riesgo si ingresan en el país personas contagiadas sin detectar.
Hasta ahora, todo marroquí que vuelve a su patria tras meses retenidos por el coronavirus en los países de origen tiene que pasar una cuarentena de nueve días y superar dos test PCR. Pero, naturalmente, aplicar el mismo protocolo a centenares de miles de familias exige recursos económicos y habitacionales que habría que destinar y preparar con antelación.
De este modo, Marruecos ha adoptado, por ahora, una decisión que quita un peso de encima tanto al gobierno de España cuyas regiones iban a ser atravesadas por la caravana habitual y muy especialmente a Andalucía donde durante unos días se concentran miles de personas procedentes de toda Europa camino de Marruecos o de Argelia.