Podemos Andalucía cae, por fin, pero no del todo, en manos de Pablo Iglesias
Este pasado fin de semana finalmente se ha hecho con el control con la elección de Martina Velarde como nueva coordinadora general.
La creación de Podemos en Andalucía supuso un serio contratiempo para Pablo Iglesias y su grupo de poder. La presencia del Sindicato de Obreros del Campo de Juan Manuel Gordillo y Diego Cañamero y el ímpetu de la militante formación Anticapitalistas impidió el dominio absoluto del ahora residente en Galapagar. Este pasado fin de semana finalmente se ha hecho con el control de lo que queda de Podemos con la elección de Martina Velarde como nueva coordinadora general.
Velarde, diputada por Córdoba donde reside a pesar de haber nacido en Rota como su antecesora Teresa Rodríguez, obtuvo casi el 73 por ciento del voto de los inscritos en una formación donde nada tiene que ver el número de los afiliados con el número de los inscritos, casi siempre mucho más bajo.
Lo más llamativo de un proceso cantado, porque una vez apartada, por decisión propia, Teresa Rodríguez de la dirección de Podemos el poder de Pablo Iglesias ya no tiene competencia, es que la nueva lideresa ha dicho, y recoge El Mundo, que le separa un "abismo" de su antecesora. Eso da una idea de cuál es la consideración de la nueva dirección hacia la enemiga interna de Iglesias, Teresa Rodríguez.
No es extraño porque antes de renunciar a seguir en Podemos, la antigua coordinadora ha hecho algunas jugadas que reducen considerablemente las posibilidades de Podemos como partido político. De hecho, se ha quedado con la dirección del grupo parlamentario, que preside, y el control de sus dineros —y son 17 escaños—, además de quedarse con la marca política de la coalición con la que Podemos se ha presentado en las últimas elecciones, Adelante Andalucía.
Es decir, que Podemos puede optar por presentarse por separado o en combinación de lo que queda de una IU podemizada o puede pedir ser incluida en la coalición de izquierdas Adelante Andalucía. En ambos casos, puede sufrir un importante retroceso político si bien puede presentar una cara más moderada frente al radicalismo ideológico y verbal de Teresa Rodríguez y su compañero José María González Kichi, alcalde de Cádiz, que tendrá mucho más difícil continuar al frente de la alcaldía sin los votos de Podemos.
Para lograr diferenciarse y obtener la identidad que hoy le falta, Martina Velarde, la representante de Iglesias en las tierras del Sur, tiene que poner en marcha lo que llaman los círculos, esto es, la estructura local de la formación morada que en la época anterior apenas han tenido relevancia.
En su apoyo pueden venir las ruinas de una IU que puede disputar a los Anticapitalistas de Rodríguez y Kichi los derechos sobre la marca Adelante Andalucía. Por ello, aunque Velarde ha anunciado el fin de las guerras internas, parece previsible que éstas no han hecho sino empezar en el seno de la izquierda más radical andaluza.
Es imposible imaginar ya un Podemos que se enfrente con las directrices de Pablo Iglesias, ahora vicepresidente de un gobierno conjunto con el PSOE, lo que se derivará en un acercamiento inmediato entre el nuevo Podemos andaluz y las estructuras partidistas de una Susana Díaz alineada asimismo con Pedro Sánchez. Dado que no es despreciable la capacidad de propaganda del PSOE andaluz, la vieja enemiga de Teresa Rodríguez puede desarrollar una campaña sistemática contra ella.
Tampoco cabe despreciar la capacidad institucional de Pablo Iglesias de situar a sus partidarios andaluces en las órbitas de poder mediante nombramientos en determinadas áreas de influencia desde donde se pueda horadar el poder de la ex coordinadora.
A toda la izquierda andaluza le beneficia la distancia temporal que le separa de unas elecciones, sean municipales, autonómicas o generales, aunque éstas últimas sean la más incierta. Las andaluzas se celebrarán, salvo sorpresa, en 2022 y las municipales están previstas para 2023, como las generales, si no hay cataclismo político de por medio.
Dos años es tiempo suficiente para recomponer la figura, suturar heridas y zurcir desgarrones sin sufrir la tensión de convocatorias electorales inminentes que les hubiera obligado a competir por el mismo espacio electoral sin una consolidación previa. Aunque Teresa Rodríguez se ha quedado en este momento con la mejor tajada, Pablo Iglesias y Susana Díaz tienen tiempo para dejarla sin melón.
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