En el último acto de la VIII edición de las jornadas España a debate, el salón de actos Rafael de León de Tomares estuvo completamente lleno, lo que significa que 450 personas se dieron cita para escuchar a un ordenado y tranquilo Nicolás Redondo Terreros que estuvo casi dos horas desgranando la actual situación española, que calificó de muy grave, aunque trató de enmarcarla en la crisis europea de las democracias liberales.
Redondo Terreros no tuvo la fortuna de contar con la presencia de ningún socialista andaluz ni sevillano destacado. Es más, ni siquiera el portavoz del PSOE en Tomares asistió a su conferencia. Sólo pudo detectarse la presencia del histórico ugetista y socialista sevillano, Manuel Fernández, desde hace años apartado de la política, que fue secretario general del PSOE sevillano y presidente del Puerto de Sevilla, que es vecino de Tomares.
Nicolás Redondo se refirió a la crisis británica, a la crisis francesa, a la crisis italiana y a otras más para enmarcar la actual situación española que no es diferente porque contiene el mismo elemento vertebral: el desplazamiento desde el centro político a las periferias de izquierda y derecha. Incluyó en este deslizamiento a Estados Unidos, ejemplificando su descentramiento en el propio presidente Trump.
En general, en Europa hay un olvido de las tragedias que ocurrieron cuando predominaron quienes optaron por posiciones extremistas, populismos y comunismos, y hay una inquietud general ante novedades de calado que hay afrontar en nuestro tiempo cada tres años, lo que puede producir miedo y deseo de inmovilidad o ánimo de rechazos.
En España, la crisis que conduce a las llamadas "democracias iliberales" cuenta con características propias. Una de ellas, es la debilidad de las instituciones y la debilidad del sentimiento nacional español que comparó con la fortaleza de la nación francesa. Añadió como ingredientes peculiares lo que llamó el "bloquismo" como ejercicio de cainismo, que ya enunció Larra, la escisión de la sociedad en bloques o frentes y los separatismos.
La nación española, que ha escrito páginas de gloria en la historia universal, algo que no todas las naciones pueden decir, logró una Transición ejemplar a la democracia que dio paso a los mejores cuarenta años de libertad y bienestar de la historia de España. Pero desde 2004, el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero, confesó a preguntas de un asistente, dio un giro a las anteriores posiciones centristas y se adentró en los pactos con comunistas y separatistas, algo que dijo motivó su salida de la política activa.
Redondo Terreros se mostró especialmente enfrentado a cómo se están desarrollando el pacto con el separatismo catalán, evidenciando su oposición a la "bilateralidad" y a las mesas bilaterales que parecen conducir a un desacato constitucional sin decirlo y por debajo de la mesa. De hecho, se trata, añadió, de hurtar la ciudadanía a los demás ciudadanos españoles.
Redondo se preguntó si para obtener la aprobación de unos presupuestos generales por importantes que sean puede introducirse en el orden del día la autodeterminación y la amnistía para los golpistas condenados por sedición. Convino con Inocencio Arias, el primer invitado de esta edición de España a debate, que estaba convencido de que el PSOE no aceptará la independencia de Cataluña o el País Vasco, pero asumió que algunas concesiones pueden no tener marcha atrás.
Igualmente se mostró muy hostil a los cambios que quieren introducirse en el ordenamiento jurídico, sobre todo en el Código Penal. De hecho, calificó de contrario al Derecho el intento de alterar sus artículos para beneficio de un número determinado de personas concretas relacionadas con el golpe de Estado en Cataluña. Según Redondo, las leyes no se hacen ad hominem o ad personam, sino que las leyes se hacen para todos los ciudadanos sin distinción.
Redondo insistió en que este proceso empezó hace tiempo porque ni PSOE ni PP juzgaron correctamente en qué iban a derivar las concesiones a los nacionalismos cuando los necesitaron para gobernar. Puso el ejemplo de la transferencia de competencias, impulsadas por González y por Aznar cuando necesitaron a PNV y CiU para aprobar sus presupuestos.
Criticó abiertamente que se esté contemplando la cesión de la gestión de la Seguridad Social en el País Vasco cuando en esa región española se tienen las más altas pensiones y no ha habido problema alguno durante 40 años. Igualmente, manifestó su oposición a que se estén negociando transferencias de competencias que están enmarcadas en el Estatuto de Guernica mientras que se está elaborando otro nuevo. Hasta que no se elabore el nuevo, no debería hablarse de transferencia de competencias.
Más inquietante todavía a su juicio es la distinción entre "ciudadanos" y "nacionales" que se va a perpetrar en el nuevo Estatuto Vasco, algo que a su juicio no ha suscitado las reacciones contrarias necesarias. ¿Qué es un "nacional" que no sea un "ciudadano"? se preguntó apuntando sus sospechas que parecían referirse a la distinción entre ser vasco de origen o nacional o vasco de asentamiento, esto es, ciudadanos.
De hecho, en las negociaciones establecidas en la ponencia por el nuevo Estatuto vasco, PNV y los proetarras de EH Bildu han propuesto "diferenciar entre los ciudadanos vascos que vivan en Euskadi, y los que tengan la nacionalidad, se supone que vasca", algo que va contra toda formulación democrática donde sólo hay ciudadanos con los mismos derechos y deberes.
Redondo se mostró partidario de los pactos entre constitucionalistas, mencionando expresamente a un PSOE ideal ya no existente, a Cs bien disminuido por el descalabro electoral sufrido y el PP, siendo PP y PSOE la columna vertebral de ese pacto.
El presentador del acto, el periodista Cristóbal Cervantes, le preguntó por lo que más le "aterraba" de Vox, pero Redondo manifestó su respeto por Santiago Abascal al que consideró que se ha situado a la defensiva sin calificarlo en ningún momento de extrema derecha ni anticonstitucionalista.
En cualquier caso, Redondo consideró que ya no hay marcha atrás y que los partidos tendrán su papel en la solución de la grave situación, pero asimismo la sociedad civil, que es mucho más amplia de lo que parece y cuya mayoría está situada en posiciones centradas y constitucionalistas. Ya hay que combatir para recuperar el apoyo a la Constitución, al Rey, que dijo ser un jefe de Estado muy preparado, y a la moderación centrada.
Redondo reconoció que el desarrollo constitucional ha dado paso a un "colonialismo" de los partidos políticos que se han erigido en poderes fácticos muy importantes dejando muy debilitada a la sociedad civil, que ha sido despreciada por las organizaciones políticas.
Por eso un grupo que ya alcanza las 700 personas han puesto en marcha La España que reúne, de momento una iniciativa situada en el centro izquierda para promover la centralidad política y el constitucionalismo democrático. Se trata, dijo, de que el centro izquierda impulse que la política democrática no dependa de los nacionalistas y que abandere una España sin complejos.
No respondió con claridad, sin embargo, a la pregunta de un asistente al acto que le inquirió si todo esto iba ser un romanticismo más sin consecuencias prácticas o se quería ir más allá desarrollado un activismo en favor de estas ideas y estas posiciones.
En el fondo, fue el problema que latió al final de su intervención. Hay muchas fundaciones y asociaciones que dicen defender lo mismo, la España constitucional, pero que parecen incapaces de ponerse de acuerdo en unos pocos puntos y que hasta el momento no han logrado coordinar sus esfuerzos para movilizar a la sociedad civil en favor de la continuidad nacional de España y su Transición a la democracia.