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Andalucía

Susana Díaz divide al PSOE y la Ley de la Concordia Histórica a la nueva Junta

Además del lío del pin parental, el lío más anunciado es la oposición de Vox a la ley de Memoria Histórica que dejó en el alero el gobierno de Díaz.

Además del lío del pin parental, el lío más anunciado es la oposición de Vox a la ley de Memoria Histórica que dejó en el alero el gobierno de Díaz.
La líder del PSOE andaluz, Susana Díaz | EFE

La imagen de este miércoles de una Susana Díaz, "experanza" de Triana vestida de nazarena penitente no convenció a los propios y fue reída por los extraños. De haberlo sabido a tiempo, el periodista republicano Antonio Núñez de Herrera, el que forjaba títulos en su teoría de la Semana Santa sevillana como Teorema de Jehová y los comunistas, podría haber escrito otro parecido a Axioma de la negación de san Pedro (Sánchez) y el misterio de una autoflagelación.

Por su parte, la otra bancada, la del Gobierno, ha tardado sólo un día en disipar el claroscuro del debate del primer año de gobierno para dar paso a la discrepancia sobre la Ley de Concordia Histórica presentada por Vox cuyo primer artículo consiste en derogar la actual Ley de Memoria Histórica que rige los destinos de los andalucitos que han venido al mundo.

Aunque reconoció, dos veces nada menos en un mismo pleno, haberse equivocado en 2016 y que quien llevaba razón era Pedro Sánchez –lo que implica que también se equivocó en lo de España unida, en lo de la crítica a la nación de naciones y en lo relativo a lo pactos con separatistas y bolivarianos–, su mea culpa no ha tenido éxito popular.

En aquella aventura política extrema, dejó a los pies de los caballos a muchos compañeros que poco a poco han ido cayendo por mor de la venganza de los sanchistas y seguirán haciéndolo en el futuro. Muchos de ellos habrán quedado atónitos ante la genuflexión política de Susana Díaz y habrán puesto las barbas o las cabezas completas a remojar. Otros ya están en su casa más solos que la una, otros han conseguido algún refugio de los pocos que quedan sin la Junta bajo el brazo y otros meditan su compraventa al enemigo ante la deserción de la capitana.

Los que han obtenido cobijo, apoyaban a la "dolorosa" Díaz. Su actual portavoz parlamentario, José Fiscal, dijo este miércoles que la autocrítica de la otrora todopoderosa Susana la honraba como "como persona y como política". Otros ex altos cargos mostraron su apoyo. Entre ellos destaca la actual y todavía secretaria general del PSOE de Sevilla, Verónica Pérez, que decía en un tuit que sí, Susana, "que nos equivocamos" pero sólo en "pensar que el PP antepondría los intereses de España y actuaría con la misma generosidad y sentido de Estado que el PSOE".

En el sector crítico socialista recién constituido hace unos días, relata La Razón, se expandió la dedicatoria de una canción a la trianera: "Se equivocó la paloma, se equivocaba" con un toque de guasa. Otra canción de Rocío Jurado hizo furor en las redes: "Cuando supe toda la verdad, señora, ya era tarde para echarme atrás, señora". El exalcalde socialista de El Coronil, Jerónimo Guerrero, recordó en Facebook cómo alardearon los hoy penitentes susanistas de haber actuado como un partido responsable.

Pero por encima de todo, ha proporcionado una clave lógica irrefutable: si Díaz señala que fue un error lo que ella hizo, entonces "el PP actuó bien al no hacernos caso cuando le pedíamos que actuaran como lo hicimos nosotros". Vamos, contundente. Y el corolario: "Y después el incoherente soy yo".

Incluso Elena Valenciano, en su día mano derecha de Alfredo Pérez Rubalcaba, ha dicho en las redes que no se hizo lo que se hizo pensando en el PP sino en España y su futuro. Textualmente: "Algunos lo hicimos pensando que era lo mejor para nuestro país y nuestra democracia. Por eso, ahora, hemos podido exigir ese mismo comportamiento al PP" y añadió una etiqueta reveladora: "#NoSomosIguales".

En el sector sanchista puro, el arrepentimiento de Susana Díaz se considera una maniobra más de supervivencia personal y política en el nuevo PSOE de Pedro Sánchez, como lo fue asistir a la sesión parlamentaria de investidura y otras arguciass. O sea, lo esperado. Claro que ella aguarda que Sánchez cumpla lo que le haya prometido, pero ya se sabe cómo se resiste el resistente a decir la verdad y a cumplir sus promesas.

Eso sí, si lo que pretendía Susana Díaz era arrebatarle el protagonismo principal al nuevo presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, casi lo ha conseguido plenamente. Pocos hablan hoy de la situación de Andalucía ni de la crisis del campo en Almería, ni siquiera de los andaluces que residen en Cataluña. Pero todos hablamos del "perdóname", del "te he sido ingrata" que este miércoles arruinó aún más su prestigio político y personal asentando la sensación de que será difícil que vuelva a liderar nada.

NI siquiera nadie la tiene en cuenta en el caso ERE, a cuyos máximos condenados dejó a los pies de los caballos cuando competía en transparencia con Pedro Sánchez. Los condenados esperan que, en breve, el Supremo, que será quien resuelva sus recursos más que similares, alivie un poco las penas impuestas por el tribunal de la Audiencia de Sevilla. Pero la trianera ya no cuenta. El que cuenta vive en el piso de arriba, en el gobierno de España.

La Ley de Memoria Histórica sigue existiendo

Si en el debate del pasado martes, todo fueron cariños o cuando menos, fueron respetuosas las distancias entre los partidos que sostienen el gobierno andaluz del "cambio", ya pasó el trance de las fotos y ahora se va a las políticas concretas. Además del lío del pin parental, el lío más anunciado es la oposición de Vox a la ley de Memoria Histórica que dejó en el alero el gobierno de Susana Díaz y que PP y Ciudadanos no quieren tocar.

Podría hacerse toda una hemeroteca auxiliar con las declaraciones de todos ellos, PP, Ciudadanos y Vox sobre esta Ley, la nacional y la andaluza. La posición menos clara es la de Ciudadanos que exige unanimidad para cambiar una ley que se aprobó por mayoría y que siempre ha creído que adolecía de falta de conciliación. El PP, que está en contra de la ley, no sabe cómo abordar su derogación o no se atreve.

Así que todo el espacio político se lo han dejado a Vox Andalucía que, tras arrimar el hombro a la aprobación de los presupuestos y a dar estabilidad a la legislatura del cambio, va a exigir su parte política básica tras haber sido relacionado con las cámaras de gas de los nazis y ser objeto de una sistemática campaña de agresiones verbales por parte de la izquierda en su conjunto, a la que, a veces, responde con las mismas armas retóricas.

No cabe duda de que entre los compromisos firmados por PP y Vox se encuentra la derogación de la actual Ley de Memoria Histórica. Ahora Vox ha concretado su posición dando origen a la correspondiente proposición no de ley que contempla a todas las víctimas fallecidas y/o desaparecidas sin discriminación de bandos de la Guerra Civil.

Recordemos, con Diario de Sevilla, que la ley vigente fue aprobada en 2017 con los votos a favor de PSOE, Podemos e IU y la abstención de PP y Ciudadanos. El texto que propone Vox es inasumible para las fuerzas de izquierda, que sólo quieren tener en cuenta a los "suyos" al considerar que los "otros" fueron bien tratados por el régimen franquista.

Pero Vox recuerda que la actual ley de Memoria Histórica "es contraria a los valores de la libertad y la tolerancia" y "persigue la intromisión en la esfera privada de los españoles". Es más, añaden que la ley vigente "alienta la profanación de tumbas sin el consentimiento de sus familiares". Por eso su nueva Ley quiere rendir homenaje a los caídos, a todos ellos, de la Guerra Civil y a su legado.

Ambos textos coinciden en que los familiares de los represaliados tienen derecho a encontrar a sus desaparecidos o enterrado en fosas comunes. Pero, ¿qué es un represaliado? Ahí se hallan grandes diferencias. Para unos, lo son los que lo fueron en la Guerra y después durante la dictadura franquista. Para Vox, el período debe limitarse a 1936-39 y limitarse a fallecidos y desaparecidos.

PP y Ciudadanos se abstuvieron porque en la actual Ley se hace un panegírico de la II República sin mención alguna a los crímenes perpetrados durante su existencia y los golpes de Estado que se dieron contra ella. Sólo se menciona el de Franco, no el del PSOE de Largo Caballero y Esquerra Republicana de 1934. Que la norma fuera a incorporarse al sistema educativo, llevó a ambos partidos a la abstención.

Ahora queda ver cómo se resuelve un problema que tiene por lema la "concordia" al que la izquierda andaluza no apoyará, al que el PP encuentra defectos importantes y al que Ciudadanos no deja claro aún si está dispuesto a apoyar, ni siquiera, aunque hubiera un texto más matizado.

El PP, comprometido al cambio de la Ley con Vox, ya impulsa la redacción de una propuesta de consenso, primero entre los tres partidos del gobierno y luego con la izquierda, algo que parece que no se conseguirá. Sí podría ser posible otra ley de Memoria o Concordia, pero no compartida. Cómo eliminar las "barbaridades" que están fijadas en la presente Ley y alcanzar un nuevo acuerdo común, parecen hoy por hoy muy lejos.

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