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Susana Díaz dispondrá de más de un año para resistir o rendirse a sus oponentes internos

Si no es candidata, el nuevo líder/esa tendrá muy poco tiempo para hacer campaña antes de las elecciones andaluzas.

Según los Estatutos aprobados por el PSOE en el 39 Congreso Federal que comenzó el 16 de junio de 2017, "el congreso se reúne ordinariamente entre el tercer y cuarto año desde la celebración del congreso ordinario anterior". Pedro Sánchez tenía pues desde el 16 de junio de este año hasta el 16 de junio de 2021 para decidir el momento de la convocatoria del 40 congreso. Ha decidido dejarlo para el año 2021, apurando los plazos y esperando que la gestión gubernamental alivie la situación de barullo que está transmitiendo en gobierno y partido.

Con esta decisión, Pedro Sánchez ha alargado la duración del combate interno que tiene lugar en Andalucía entre Susana Díaz y los sanchistas y otros enemigos que le crecen cada vez más intensa y frecuentemente. Dado que las próximas elecciones andaluzas serán, si se completa la legislatura, en diciembre de 2022, el congreso del PSOE andaluz tendrá que celebrarse muy cerca de la precampaña electoral andaluza.

De hecho, en la disposición adicional segunda de los Estatutos, "los Comités Regionales o de Nacionalidad convocarán sus respectivos Congresos Regionales, que habrán de realizarse tras la celebración del Congreso Federal, en un plazo inferior a 90 días. A tal efecto no será hábil el mes de agosto".

De cumplirse los plazos previstos y llevando Sánchez el congreso federal al máximo posible, esto es, junio de 2021, el PSOE andaluz tendría que convocar el suyo bien en julio – algo poco probable debido a las vacaciones – o bien en ya en septiembre de 2021 porque el mes de agosto no se considera hábil para ello.

En el mes de septiembre se estaría ya casi en precampaña electoral andaluza sin que se conociera aún quién sería el candidato o candidata a la presidencia de la Junta de Andalucía. Esto parece querer decir que Pedro Sánchez ha previsto que tanto el candidato a la dirección del PSOE andaluz como el candidato o candidata a las elecciones generales ya sean pública y ampliamente conocidas.

Tales circunstancias reducen prácticamente a dos las opciones: Juan Espadas, alcalde de Sevilla, que no repetirá en el cargo según su propio testimonio y que tiene el balcón del Ayuntamiento para pregonar su buena nueva política o María Jesús Montero, ministra de Hacienda, que desde hace tiempo parece destinada a competir con su antigua jefa, Susana Díaz. O tal vez, la combinación de los dos. La opción de Carmen Calvo no parece tener posibilidades, sobre todo, porque ella no contempla descender escalones políticos.

Dada la evidente pérdida de apoyo de Susana Díaz en Huelva, debido a su purga exprés de Mario Jiménez, y al resquebrajamiento de su organización en Sevilla, todo parece indicar que será la federación provincial de Jaén, la segunda en importancia de Andalucía tras la de Sevilla, la que decidirá si Susana Díaz tiene futuro o no en el socialismo andaluz.

La decisión de Pedro Sánchez fuerza a Susana Díaz a una doble tarea: la de dirigir la oposición política al nuevo gobierno andaluz de PP, Cs y Vox, oposición que el pasado domingo cosechó un importante fracaso con el pinchazo de las manifestaciones anti-gestión sanitaria de la Junta, y recomponer sus alianzas internas en el PSOE andaluz para seguir liderando el socialismo sureño.

Ninguna de las dos tareas parece sencilla. La primera, porque, salvo error, omisión o torpeza de Juan Manuel Moreno o que las relaciones entre Vox y PP y Cs se tensen hasta el máximo, la mayoría parlamentaria de que goza es estable y le permitirá demostrar que el cambio prometido no termina en "cambiazo" político,. Tiene tres años completos para mostrar un nuevo camino que consolide su gobierno.

Susana Díaz, por el contrario, no encuentra el pulso de la oposición. Carece de un equipo de apoyo en el Parlamento andaluz que esté a la altura de las circunstancias y respira por la herida de la primera derrota del socialismo en Andalucía. Cargada de tópicos y descargada de autoridad moral, se ve asediada por su izquierda por una Teresa Rodríguez que no parece dispuesta a modificar su crítica a la corrupción socialista desarrollada también durante su mandato.

Tampoco parece encontrar el rumbo para recomponer las alianzas que trenzó en el pasado y que le sirvieron para descabalgar a Pedro Sánchez. Todos los dirigentes que participaron en aquella defenestración están señalados en la libreta del ya líder omnipotente del PSOE y los partidarios sanchistas crecen como suele ser habitual en estos casos.

Si a ello se une, el escaso poder de "colocar" a afines que tiene Susana Diaz, que, sin la Junta, no va más allá de algunos Ayuntamientos, Diputaciones y puestos parlamentarios, su trabajo parece difícil.

La extensión del plazo de convocatoria del Congreso Federal a 2021 va a tener como consecuencia que Susana Díaz tenga más tiempo para resistir, pero los sanchistas han logrado más tiempo para insistir y mostrar a la militancia socialista que no hay más líder que Pedro Sánchez y que Susana Díaz no es su profeta. Como recuerda la historia socialista, cuando se evidencie la medida real de las fuerzas en liza, surgirá el reconocimiento de la realidad bajo la forma de retirada o acuerdo.

La única posibilidad que quedaría a Susana Díaz sería volver a enarbolar la bandera de España y la hostilidad de los numerosos socialistas que están perplejos ante la deriva inicial del gobierno de Sánchez y plantar cara, como lo hizo, a la actual dirección, pero parece que esa oportunidad ya la han perdido sus propios actos.

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