Apenas quedan 19 días para que termine el proceso electoral que culminará el próximo 10 de noviembre y el gobierno de PP y Cs, con el apoyo despejado de Vox, acude a las elecciones sin demasiados logros políticos, pero con muy escasos flancos abiertos a menos que reviente la aprobación de los presupuestos para 2020 que se discute estos días. Si tiene algún problema es el de cómo resolver la inevitable competencia por el espacio de centro derecha que se va a producir entre sus tres pilares políticos.
La única encuesta publicada hasta el momento lo fue el pasado día 9. Fue elaborada por SW Demoscopia para Publicaciones del Sur y sus resultados pueden resumirse indicando que el PSOE ganaría las elecciones perdiendo 4 puntos porcentuales de apoyo electoral estimado y, al menos, un escaño, que podrían ser más. El PP recuperaría siete puntos porcentuales de voto estimado pasando de 11 a 16 escaños. Vox mantendría el tipo preservando sus 6 escaños actuales, aunque a la baja en votos estimados.
Ciudadanos sufriría un serio revés perdiendo votos, cuatro puntos, y escaños, nada menos que 6 desde los 11 de partida obtenidos en abril de este año. Unidas Podemos, por su parte, perdería 4 puntos de apoyo y al menos 1 escaño que podrían llegar a ser hasta 3. El efecto Errejón obtendría su premio en Andalucía obteniendo escaños en el Parlamento andaluz, 3, lo que dejará a Izquierda Unida fuera de juego.
Si contemplamos el voto por bloques -gobierno y oposición-, en abril de 2019 los partidos del gobierno obtuvieron un 48 por ciento del voto estimado y 28 escaños mientras el bloque de izquierdas obtenía 33 escaños. La encuesta de Demoscopia, sin embargo, arroja ahora la previsión de 1 escaño menos para los partidos del gobierno, debido sobre todo al desplome de Ciudadanos, y una victoria de los partidos de la oposición que lograría aumentar sus 33 escaños hasta los 34.
Aunque estos son los únicos datos conocidos, las perspectivas políticas de ambos componentes del Parlamento andaluz es bien diferente. Globalmente, podemos decir que el gobierno y sus elementos componentes no tienen flancos abiertos, salvo Ciudadanos, aunque no por desgaste de gobierno, sino por desgaste de partido a nivel nacional.
De hecho, a la, para muchos, exasperante lentitud de sus proyectos poco visibles de cambio suma la inexistencia de conflictos destacables. Ha conseguido irrumpir en el ecologismo dominante en la izquierda, ha logrado sacar adelante, de momento, su proyecto presupuestario para 2020 gracias a Vox, que decidió no cumplir su amenaza de presentar una enmienda a la totalidad, y ha superado con solvencia el reto del brote de listeriosis, ya dado por controlado totalmente.
Además, entre los tres partidos apenas ha habido crisis de importancia desde el pasado mes de enero. Los partidos del gobierno, PP y Ciudadanos, exhiben una coordinación que, aunque deja al partido de Rivera en segundo plano, es muy llamativa. Por su parte, Vox ha pasado de ser un elemento de convulsión a ser parte crítica, pero no destructiva, del intento de cambio de un régimen de 36 años.
Los factores nacionales, sobre todo la violencia separatista en Cataluña, pueden tener un efecto imprevisible en el voto andaluz, como lo tendrán en el voto nacional. Recuérdese que un millón de andaluces emigraron a Cataluña en la década de los 60 y que son pocas las familias andaluzas que no tienen algún pariente en algunas de las ciudades industriales catalanas.
Por su parte, el bloque de izquierdas tiene demasiadas heridas abiertas como para albergar esperanzas ciertas. Por una parte, el liderazgo de Susana Díaz está seriamente en cuestión dentro del PSOE, algo que no se hará patente hasta que pasen las elecciones. Tal panorama no anima a la participación a pesar de la presencia sostenida de Pedro Sánchez en la campaña, y, de hacer caso al sondeo de Demoscopia, el PSOE puede seguir bajando.
Además, la inspección del CGPJ sobre el juzgado de María Núñez Bolaños, además de su coste político en sí misma, está haciendo que los casos pendientes se vayan cerrando con mayor diligencia. De hecho, ayer mismo, el juez de apoyo Ignacio Vilaplana cerró otra pieza que conlleva el procesamiento Ángel Rodríguez de la Borbolla, hermano del ex presidente de la Junta, "Pepote" Rodríguez de la Borbolla.
A ello hay que unir que, a menos que haya un incumplimiento imprevisto, para finales de mes y en plena campaña electoral, se espera la sentencia de la trama política del caso ERE, que tiene procesados a dos ex presidentes socialistas y de la Junta, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y a la cúpula de los gobiernos socialistas anteriores a Susana Díaz. Aunque, como en el caso del ‘procés’ haya una sentencia "a la baja", su influencia en las elecciones va a ser considerable. De ser una sentencia "al alza", su influencia será letal para el PSOE.
En el caso de la izquierda radical, Unidas Podemos llega a este reto electoral con su tradicional división interna, ahora agudizada por el proceso de negociación fallido con el PSOE a nivel nacional, y sin tener como aliado coaligado a Izquierda Unida. Además, la irrupción del partido de Íñigo Errejón, Más País, en cuatro provincias andaluzas pueden restar escaños a Teresa Rodríguez y tal vez al PSOE.
En conclusión, cuando quedan todavía tres semanas –a veces, una eternidad-, para el final de la campaña electoral hay numerosas incertidumbres. No es de esperar un desgaste global de los partidos del gobierno andaluz si Ciudadanos logra rescatar sus votos perdidos y sus tres actores no vuelven a asestare puñaladas traperas por el espacio electoral disputado.
Por el contrario, la incógnita separatista y sus flancos abiertos pueden ser circunstancias muy adversas para el bloque de las izquierdas en la oposición a menos que logren componer una campaña electoral prodigiosa.