Puede decirse que, en Madrid, todos los votos son útiles. Lo inútil, lo trágico, sería no ir a votar. Contra Sánchez, naturalmente. Y luego, a resistir. Estamos acostumbrados.
Lo único que se advierte en el Gobierno en funciones es que continúa con su obsesión de expandir todo lo posible el gasto público. Es la clásica receta del que asó la manteca.
Si creen que atribuir miseria moral a esta izquierda tendrá algún efecto rectificador en las conciencias de sus dirigentes y en buena parte de sus votantes, están totalmente equivocados.
Lejos de abandonar sus planes disparatados, organizaciones como la ANC están dispuestas a seguir hasta el final, sea cual sea el coste para todos los catalanes.
Monedero es un pelele, pero no va por libre ni está solo. Imagínenlo, a él o a cualquiera de sus tantos iguales, de ministro de Exteriores en días como estos.
Sí, probablemente no caben tres partidos en la derecha, y al menos uno de ellos va a desaparecer a medio plazo. Debería ser el PP. Es el partido viejo, la marca lastrada por las traiciones ideológicas y la corrupción.