Lo dramático es que el histriónico político catalán no ha expresado una opinión personal, sino que ha desvelado lo que de verdad piensan los felones dirigentes socialistas y lo que harán si se les presenta la oportunidad.
Cuando la pésima candidata Hillary Clinton vio que perdía unas elecciones que creía ganadas de calle, la maquinaria del fango se puso en marcha para lograr convencer a EEUU de que Trump había ganado ilegítimamente.
No sé si nuestro presidente trata de emular a Luis XV, pero su política bien justificaría el paralelismo con el rey francés, modelo paradigmático de egoísmo político.
Ni Francia ni Alemania habrían tolerado que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña negara la extradición sin condiciones de algún delincuente reclamado por sus jueces.
"Y como somos hombres y temíamos la muerte, no dejábamos de pensar en ello. Y como aquella tierra es muy poblada íbamos siempre caminando muy chicas jornadas y encomendándonos a Dios y a su bendita madre, Nuestra Señora".
Son muchos los que creen que, en la España de la fragmentación, los nacionalismos periféricos nadan como pez en el agua, de manera que todo son oportunidades para ellos. Están equivocados.