El suceso político más importante de los últimos días no ha sucedido en Andalucía ni en las autopistas catalanas, asaltadas por los golpistas, sino en una sala del Parlamento Europeo en Bruselas.
Su única salida, si aún conserva un adarme de dignidad, es convocar elecciones generales antes de que la situación en España, no solo en Cataluña, sea definitivamente insostenible.