Es, simplemente, un presidente de Gobierno; el primer servidor civil del pueblo. Por lo tanto, sus decisiones están sometidas al reconocimiento de la realidad.
A ver qué se le ocurre ahora a Iván Redondo, el gurú de Sánchez, un Arriola del que dicen que hizo alcalde catalán al pepero García Albiol y presidente extremeño al bombero Monago.
La viabilidad del Estado del Bienestar es incompatible, guste o no a las tiernas plañideras humanitarias, con cualquier política de puertas abiertas a las migraciones intercontinentales.