Urge que sea la sociedad catalana en su conjunto la que haga el balance de lo que ha perdido en pocos años por culpa de una camarilla de sinvergüenzas envueltos en la estelada.
No es de extrañar que ninguna de las universidades españolas se sitúe entre las 200 mejores del mundo a pesar del ingente dinero público que reciben año tras año.
Las agresiones de los Comités de Defensa de la República tienen una finalidad política obvia que permite calificarlas como terrorismo o como rebelión o como las dos cosas.