La cobardía de los golpistas de moqueta añade ignominia a este episodio innecesario de la Historia de España porque, como suele suceder, no tenían media torta.
Los izquierdistas defienden a tipejos como Hasel o Valtonyc porque son de los suyos, no porque crean en la libertad de expresión, que para ellos no es un fin.
Las lenguas, lo diga o no el Tribunal Constitucional, no tienen necesidades, ni pueden estar en situación de desventaja. Eso solo se puede predicar de las personas.