Los intolerantes y los bárbaros amenazan, desde sus respectivas trincheras, nuestra vida civilizada. Y como enseña Karl Popper, la sociedad abierta no debe ser tolerante con sus enemigos.
A caballo entre la ignorancia histórica, el postureo y la mala fe, quienes convocan una huelga general feminista para protestar por la discriminación prescinden de que sigue vigente el engendro zapateril de la 'discriminación positiva'.