Una nación solo puede existir si, llegado el caso, se está dispuesto a defenderla con las armas en la mano. Por eso España lo es y Cataluña nunca lo será.
La solución para pasar unas fiestas como Dios manda es bien fácil: sólo hay que hacer lo contrario de lo que piden Bergoglio y el resto de radicales izquierdistas.