La Justicia debe ser implacable en la persecución de este tipo de delitos, pero también ha de ser igual para todos, algo de lo que hasta el momento cabe dudar a tenor de la hemiplejia investigadora de nuestros jueces y fiscales.

Cuántas piezas gloriosas no deberemos los plumillas de este gremio a la feraz sintaxis poligonera de la ida. Cuántas cuartillas vacías no nos habrá salvado el verbo choni de esa intelectual orgánica del zapaterismo, la Rosa Luxemburgo de Benidorm.

Abunda la idea de que España ha tirado por la borda un capital adquirido y viene a decirse que en la Transición nos redimimos de un pasado apestoso, pero ahora volvemos a estar en cuarentena.

El llamado Estado de las autonomías no ha resuelto las graves cuestiones de convivencia. Es evidente que el nacionalismo que llamábamos moderado se ha convertido en abierto secesionismo. Por otra parte, está resultando carísimo; no lo podemos pagar.

Un servidor, en su ingenuidad, sigue sin ver contradicción alguna entre nivel cultural, desarrollo económico y afición al fútbol. Pero da mucho tono execrar el fútbol y sale muy barato auparse de tal guisa sobre el vulgo ignorante y manipulado.

La gran prueba es la de convencer a todos de que, efectivamente, es capaz de embridar a las autonomías para que éstas hagan lo que tienen que hacer. La pregunta es cómo podrá conseguirlo sin una verdadera reforma del modelo autonómico.

Espacios de reflexión como los que está construyendo la Fundación FAES estos días son ineludibles para contar con una visión estratégica que abarque los grandes temas de un mundo en permanente ebullición.

Hace unas semanas, me llamó Gundín, el jefe de Opinión de La Razón, para cursarme una peculiar invitación. El cardenal Cañizares y ZP se iban a enfrentar en un debate sobre el humanismo.

¿Y ahora qué? Cada vez que el ser humano ha descubierto una nueva partícula ha cambiado el paso de su destino.