LD (EFE) En su argumentación, la academia destaca que con sus teorías, formuladas entre 1977 y 1982, Kydland y Prescott ofrecieron un nuevo acercamiento al análisis de desarrollos macroeconómicos.
Hasta comienzos de la década de los 70, el legado del economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) y la depresión económica dominaban las ciencias económicas, que partían de la base de que las fluctuaciones macroeconómicas obedecían básicamente a variaciones en la demanda. Los análisis se centraban en explicar lo que una política fiscal y económica debía hacer teóricamente para compensar "shocks" en la demanda pero apenas había investigaciones de cómo esta política se traducía en la práctica.
Con el desarrollo de la teoría sobre el comportamiento económico en el tiempo, ambos científicos dieron un vuelco a la investigación y aportaron una explicación concreta de por qué habían fracasado los esfuerzos por combatir la inflación en la década de los setenta.
Hasta comienzos de la década de los 70, el legado del economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) y la depresión económica dominaban las ciencias económicas, que partían de la base de que las fluctuaciones macroeconómicas obedecían básicamente a variaciones en la demanda. Los análisis se centraban en explicar lo que una política fiscal y económica debía hacer teóricamente para compensar "shocks" en la demanda pero apenas había investigaciones de cómo esta política se traducía en la práctica.
Con el desarrollo de la teoría sobre el comportamiento económico en el tiempo, ambos científicos dieron un vuelco a la investigación y aportaron una explicación concreta de por qué habían fracasado los esfuerzos por combatir la inflación en la década de los setenta.
La esencia de la teoría se basa en que una política económica considerada como la mejor opción muchas veces acaba no aplicándose si las expectativas que ha despertado de antemano han conducido a un cambio en el comportamiento de los actores económicos. Ello obligará a los políticos a revisar su decisión, de forma que su conducta económica acaba siendo peor que si hubieran actuado sin criterio predeterminado.