(Libertad Digital) A principios de año, la dirección de la empresa Autotex, dedicada a la fabricación de airbag, comunicó a sus empleados el cierre de la fábrica de Vacarisses y el traslado de su producción a la República Checa. Por esas mismas fechas, Nokia anunciaba el cierre de su planta de I+D en el Prat del Llobregat y la concentración de todo su equipo en Finlandia.
En un comunicado publicado de la Autotex, la dirección de la empresa indicaba que la fábrica de Vacarisses "no es competitiva porque el coste de la mano de obra es un 87 por ciento superior al de las plantas de la competencia" y asegura que en los últimos tres años ha registrado unas pérdidas cercanas a 7,6 millones de euros.
Poco después, el 31 de marzo, la empresa Samsung anunciaba el cierre de la factoría de Palau-Solitá de Plegamans (Barcelona). El cierre de esta planta afectó a 446 trabajadores, aunque la multinacional coreana se ha comprometido a recolocarles.
Hace ya dos años, en septiembre de 2002, la dirección de la automovilística SEAT decidió, de forma irrevocable, llevar parte de la producción de la fábrica de Martorell a la eslovaca de Bratislava, en concreto el 10 por ciento de la producción del modelo Ibiza. El presidente de Seat describió la planta de Martorell como un centro técnicamente joven en el que se ha perdido la organización del trabajo que la hizo famosa en toda Europa en la pasada década.
Además, según dijo, Martorell tiene un índice de productividad por debajo de la media del resto de las factorías del grupo Volkswagen, ya que se tarda una hora más en fabricar cada coche. Éste, según el presidente de la compañía, no es un problema de la habilidad de los trabajadores, de su buen hacer o de la dureza con que trabajan, si no del sistema de trabajo.