Japón va más allá del orden, la estrategia y la organización. Es una selección impredecible y eso la convierte en más peligrosa. Alberto Zaccheroni considera que hay buena esencia en su equipo y ha confiado en la versatilidad de los jugadores convocados, fundamental para poder plantear los diferentes partidos de un Mundial en el que conviven equipos nacionales con estilos de juegos dispares.

Quizás, la sorpresa en la convocatoria haya sido la incursión de Yoshito Okubo. Su experiencia, capacidad para la elaboración de jugadas que finalicen en gol ya sea transformándolos él mismo o bien proporcionándolos ha sido un argumento lo suficientemente convincente para que el técnico italiano lo haya incluido, a pesar de sus 31 años y haberlo llamado solo una vez con anterioridad.

Keisuke Honda, Yuto Nagatomo, Atsuto Uchida, o Shiji Kagawa, son vértices indiscutible. A pesar de que este último no ha disfrutado de una temporada plácida debido a la cuestionada imagen que David Moyes ha manifestado del Manchester United. Hubo serias dudas sobre la presencia de Makoto Hasabe, capitán de la selección japonesa, debido a su lesión en la rodilla a comienzos de año.

Zaccheroni pretende que Japón llegue a cuartos de final, dejando a un lado los problemas que pueden sufrir como consecuencia del calor y humedad de Brasil. Confía en su equipo e intentará sacarles el máximo rendimiento.