El
historial clínico es largo, y se remonta a cuando Karol Wojtyla,
con 24 años de edad, fue atropellado por un vehículo
militar alemán, lo que le dejó en coma durante nueve
horas. Desde entonces gozó de buena salud hasta que, el 13
de mayo de 1981 sufriera el atentado en la Plaza de San Pedro de
Roma. En aquella ocasión, el Karol Wojtyla fue herido de
gravedad por el turco Ali Agca y tuvo que ser ingresado en el policlínico
romano Agostino Gemelli donde fue intervenido quirúrgicamente.
En la operación, de cinco horas y veinte minutos, le fueron
extirpados 55 centímetros de intestino. Diecisiete días
después de haber sido dado de alta, el 20 de junio de 1981,
volvió a ser ingresado en el mismo hospital para ser tratado
de una infección de cytomegalovirus, derivada de su intervención
anterior.
En 1992 se le manifestó un tumor en el colon, por lo que
fue intervenido el 12 de julio en el Gemelli; una operación
de cuatro horas en la que le fue extraído un tumor benigno,
le fue extirpada la vesícula biliar y detectados cálculos
biliares. Un año después, el 11 de noviembre de
1993, en el transcurso de una audiencia, sufrió una caída
que le produjo una luxación del hombro derecho con fractura
de la glena, y ese mismo día fue intervenido quirúrgicamente.
Tres días más tarde, en su primera aparición
pública tras el accidente, tuvo que bendecir a los presentes
en la plaza de San Pedro con la mano izquierda.
Los problemas de salud del Papa no han cesado en estos años,
y de hecho el 29 de abril de 1994 el Papa volvió a ser
ingresado por quinta vez en el mismo hospital, ya que se fracturó
el fémur derecho en una caída. Juan Pablo II ha
sido el primer Papa internado en un hospital fuera del Vaticano,
a diferencia de otros pontífices como Juan XXIII y Pablo
VI, que también fueron sometidos a intervenciones quirúrgicas,
pero para quienes se instalaron quirófanos en la sede apostólica.
El 25 de diciembre de 1995 el Papa no pudo concluir la lectura
del mensaje de Navidad a causa de un proceso gripal que el impidió,
asimismo, oficiar la misa de la mañana de Pascua. No tardaría
en quebrarse su salud, ya que en marzo de 1996 un trastorno digestivo
le hizo guardar reposo durante una semana. En menos de tres meses
padeció otros dos trastornos intestinales, y el 13 de agosto
de 1996, un día después de que sufriera un "ligero
malestar" abdominal fue sometido a una prueba de escáner
en el hospital Regina Apostolarum de Albano. En el mismo año,
el siguiente 8 de octubre, el Sumo Pontífice volvía
a ser ingresado en el Hospital Gemelli de Roma. En aquella ocasión
sería intervenido -con anestesia general- de apendicitis,
tras lo cual se procedería a la eliminación de adherencias
loco-regionales. Sería dado de alta el 15 de octubre.
Karol Wojtyla padecería una gripe en febrero de 1997, mientras
que una afonía en noviembre del mismo año le impide
celebrar una misa por los cardenales y obispos difuntos. Al año
siguiente Juan Pablo II sufriría un pequeño desvanecimiento
antes de comenzar una ceremonia litúrgica, el once de enero,
mientras que una nueva gripe le apartaría de sus quehaceres
habituales el 18 de diciembre interrumpió.
La debilidad física de Juan Pablo II, que ha sobrellevado
con una enorme fortaleza de espíritu, se pondría
una vez más de manifiesto el 12 de junio de 1999, durante
su octavo viaje a Polonia, ya que volvió a sufrir una caída
en su residencia de la Nunciatura en Varsovia. Se le formó
una herida por la que le fueron aplicados tres puntos de sutura.
Dos días después, el día 14 de junio, Juan
Pablo II suspendió en Cracovia (Polonia) su actividad pastoral
por otro resfriado, reposó todo el día 15 en el
Palacio Arzobispal, y al día siguiente se desplazó
a Starysacz en automóvil.
Por lo que se refiere al continuo temblor de la mano izquierda
del Papa, se sabe que tiene un origen extrapiramidal, achacable
a la enfermedad de Parkinson, dolencia que el Vaticano nunca ha
confirmado. Aquejado desde febrero de 2002 de una artrosis de
rodilla, Juan Pablo II redujo por motivos de salud su participación
en la Semana Santa de ese año. Por primera vez en sus años
de Pontificado, no pudo oficiar la misa del Domingo de Ramos,
aunque sí la presidió. Lo mismo ocurrió con
la misa Crismal del Jueves Santo. No pudo, tampoco, cumplir el
rito del lavatorio de pies a los doce presbíteros, y aunque
presidió el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo
de Roma, no hizo el recorrido a pie y portó la Cruz sólo
en la última estación.
Con una salud cada vez más debilitada, el Sumo Pontífice
llegó el 11 de septiembre de 2003 a Bratislava (República
de Eslovaquia), donde por primera vez el no pudo finalizar la
lectura del discurso de llegada al país, que visitaba por
tercera vez. Días después, el 24 de septiembre de
2003 una "indisposición intestinal" le impidió
asistir a la habitual audiencia general de los miércoles
en la plaza de San Pedro.
El año pasado los achaques del Sumo Pontífice se
repitieron. Cuando viajaba al Santuario de Lourdes, en el mes
de agosto, se vio obligado a realizar largas pausas en las lecturas
de la misa. Cuando se arrodilló, para orar en la gruta
del santuario se sintió, además, indispuesto. El
primer día de febrero de este año Juan Pablo II
sería ingresado de nuevo en la Policlínica Gemelli
"por precaución" a causa de una laringotraqueítis
aguda, aunque al día siguiente se decidió prolongar
la estancia del obispo de Roma por unos días. Finalmente
abandonó la Policlínica el 10 del mismo mes.
El jueves 24 de febrero el Santo Padre sufrió una crisis
respiratoria que le llevó de nuevo a la Policlínica
Gemelli, donde se le practicó una traqueotomía,
de las 20:20 a las 20:50. Habían pasado dos semanas desde
el alta de la anterior hospitalización. Después
de la intervención los médicos recomendaron reposo
absoluto. El domingo 13 de marzo abandonó la clínica,
pero poco antes de hacerlo se dirigió al público
con las primeras palabras pronunciadas en público tras
su reciente intervención, pronunciadas con voz clara.
Tres
días más tarde el Santo Padre se dirigió
a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro desde una ventana
del Vaticano, pero el domingo siguiente, ya 20 de marzo, sólo
pudo bendecir sin palabras el primer Domingo de Ramos que no preside
la misa. El Papa agitó una rama de olivo con la que pudo
saludar y bendecir a los 50.000 fieles que asistieron frente al
palacio.
El miércoles 23 se suspendió la habitual audiencia
pública, pero Karol Wojtyla pudo saludar a los fieles desde
su habitación. Pese a no poder asistir a la misa del Jueves
Santo, el portavoz del Vaticano Joaquín Navarro Valls aclaró
que "el Papa trabaja con absoluta lucidez". Su debilidad
física no le permitió seguir el vía crucis
más que por videoconferencia el viernes, 25. Tras el domingo
de Resurrección Juan Pablo II impartió la bendición
"Urbi et Orbi" con evidentes signos de cansancio y sin
poder pronunciar las últimas palabras rituales. El lunes
de Resurrección su evidente debilidad le impidió
también por primera vez en sus 26 años de papado
asomarse a la Plaza de San Pedro para el rezo del Regina Coeli.
El miércoles 30 se le implantó al Santo Padre una
sonda nasogástrica para facilitarle la deglución
de los alimentos. El jueves siguiente la salud de Juan Pablo II
vuelve a sufrir un revés del que ya no se recuperará.
El Vaticano aseguraba que el Papa padecía una fuerte fiebre
y que su salud se había agravado. Acrecían los problemas
respiratorios del Santo Padre, que mostraba por otro lado una
evidente delgadez que preocupó al colegio médico.
El mismo jueves por la tarde, el Papa sufrió un choque
séptico con colapso cardiorrespiratorio tras habérsele
detectado una infección en las vías urinarias. Esa
misma tarde recibió la extremaunción.
Joaquín Navarro Valls confirmó el viernes 1 de
abril la crítica situación de la salud de Wojtyla,
pero desmintió la información que había saltado
el mismo día que aseguraba que había entrado en
coma. De acuerdo con el presidente emérito del Consejo
Pontificio de las Comunidades Sociales Andrea Deskur, compatriota
y amigo de Juan Pablo II, la vida del Santo Padre "se apaga
serenamente", y él mantiene una "cierta conciencia".
Navarro Valls había aclarado que se encontraba "consciente,
lúcido y sereno" pese a la gravedad. Para entonces
se esperaba un rápido desenlace, que finalmente se produjo
el sábado, 2 de abril.
El estado de salud de Juan Pablo II en los últimos años
ha abierto un debate sobre la renuncia de los Papas. El diario
La Repubblica mencionaba recientemente un estudio secreto
encargado por el Santo Padre a mediados de los 90', en el que
solicitó al cardenal Vicenzo Fagiolo, experto en derecho
canónico y ponente en el Concilio Vaticano II, que estudiara
los antecedentes de dimisión de los Papas. Este informe
concluía que el Papa sólo puede dimitir en caso
de incapacidad mental con el objetivo de evitar el cisma que se
podría producir en la Iglesia, con un Papa retirado y otro
en el Gobierno. La renuncia cuenta con un precedente, cuando en
1294 San Celestino V renunció libremente y en pleno uso
de facultades a su cargo, en medio de una lucha política
por la silla pontifical entre el Rey de Francia y la oligarquía
de Roma.