L D (Europa Press) Los féretros de los cinco agentes, cubiertos por la bandera nacional, llegaron a la iglesia en torno a las cinco y media de la tarde, en las inmediaciones de la cual esperaban cientos de personas, entre personalidades, familiares, amigos, compañeros y vecinos de los fallecidos.
Los ataúdes fueron introducidos en la basílica por la puerta de la calle del Viento a hombros de sus compañeros, entre un pasillo formado por las autoridades presentes en el acto, y bajo los acordes del himno “La muerte no es el final”, interpretado por la banda de música de la Dirección General del Cuerpo.
El funeral fue oficiado por el arzobispo castrense Francisco Pérez González en una basílica abarrotada por más de 2.000 personas, además de las cientos de ellas que permanecían en el exterior a la espera de la finalización de la misa para trasladar los cadáveres a sus lugares de origen: Badajoz, Córdoba, Málaga, Valladolid y Madrid.
Previamente, en el Tanatorio Santa Ana, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, impuso a título póstumo a los cinco fallecidos la Cruz de Plata de la Guardia Civil, la máxima condecoración de la Benemérita.