O R I G E N
Cada hombre recuerda numerosos pasajes de su vida:
el día atormentado de su infancia,
el amor, ya lejano,
que nunca vio cumplida su esperanza,
la nieve en los aleros,
la crecida del río ciudadano y el ocaso
del cuerpo hacia la nada.
Recorre calles y barrios apartados.
Espera recordar; encontrarse a sí mismo,
ya olvidado,
detrás de unos árboles,
bajo un cielo infinito una tarde de marzo,
al campanear las torres de un convento.
Pero ha crecido tanto la ciudad...
Allí donde hubo un huerto,
han surgido el asfalto y las ventanas.
Allí donde fue campo
viven de pie los hombres.
Nada queda.
Todo se va formando nuevamente.
Sólo el recuerdo
permanece sincero a nuestra vida.