Jacques Gaillot, también conocido como el obispo rojo, era el prelado de Evreux hasta que fue apartado por el Vaticano en 1995 por sus críticas contra el Magisterio y la propia Iglesia así como por su cercanía a los entornos más ultraizquierdistas y radicales.
Este obispo se ha mostrado favorable al aborto en varios casos muy mediáticos en Francia, así como al uso del preservativo y la ordenación de hombres casados como sacerdotes. Igualmente, apoyaba decididamente la creación de una escuela laica. Incluso durante años dio cobijó a un sacerdote pederasta, al que nombró incluso vicario episcopal.
En todo momento no dudó en vulnerar la moral católica y de actuar por su cuenta sin tener en cuenta las directrices de Roma. Pero además siempre ha tenido cariño y cercanía por el entorno etarra.
Según informa Religión en Libertad, Gaillot ha vuelto al centro de la polémica tras conceder una entrevista a Herria 2000 Eliza, editada por las comunidades de base del entorno proetarra. Allí, el religioso relegado al ostracismo hace una proclama a favor de los proetarras y de los presos de la banda terrorista.
De este modo, llega a asegurar que sufre "de esta situación, de esa Euskal Herria oprimida, de todos esos militantes generosos que dan su vida, que sufren, que son torturados, que están aislados y alejados de su país en decenas de prisiones, de sus familias, que están obligadas a hacer miles de kilómetros todas las semanas". "Todo este combate no puede ser inútil", sentencia.
Igualmente, el prelado francés se muestra favorable a una negociación con ETA y cree que "hay que resolver los conflictos y para eso tenemos ejemplos en la Historia: sabemos que al final hay que negociar alrededor de una mesa". Además, espetó que "nunca la solución militar es la solución. Tenemos que decirnos que estamos hechos para vivir juntos, para que la justicia se instale".
"Estoy seguro de que la paz llegará a Euskal Herria un día muy próximo y me gustaría estar allí cuando la paloma de la paz se pose". Y para conseguir todo esto aboga por el "camino de la internacionalización del problema es muy importante y cuando personalidades universales y premios Nobel de la Paz proponen una solución tenemos que adherirnos sin ninguna duda".
No es la primera vez que se manifiesta a favor de este colectivo y siempre se ha caracterizado por su cercanía a José María Setien, ex obispo de San Sebastián. Una vez apartado de su ministerio en Francia se le encomendó una sede virtual, inexistente, como la de Partenia. A efectos prácticos esto es dejarlo en el ostracismo.
Este mismo prelado reconoció este lunes, en declaraciones Le Parisien/Aujourd´hui , su "error" al haber dado cobijo en la década de 1980, en su diócesis, a un sacerdote condenado por pedofilia, y explicó que, "en ese tiempo, la iglesia funcionaba así". "Hacíamos un favor. Nos pedían recibir a un sacerdote indeseable y uno aceptaba. Es lo que hice, hace más de veinte años. Fue un error", dijo.
Sin embargo, este obispo que tan consternado está con la situación de los etarras no sufrió tanto con las víctimas de este pederasta y aún sabiendo sus antecedentes lo nombró vicario episcopal. En 2005 el sacerdote fue condenado a doce años de prisión.
El Vaticano explicó así su destitución en 1995 a través de la Congregación para los Obispos. Su principal problema era, dice la Santa Sede, "la comunión en la fe de la Iglesia con sus hermanos en el Episcopado y, en primer lugar, con el sucesor de Pedro. Es a esto a lo que cada obispo se compromete cuando es ordenado". "Mons. Gaillot -añade- se distanció a menudo de las enseñanzas oficiales de la Iglesia e incluso se manifestó abiertamente en contra, sobre todo en materia de moral. En estos campos, un obispo no puede creerse autorizado a hacer prevalecer sus ideas sobre las que sostiene el conjunto del colegio episcopal, del que el Papa es la cabeza".
La nota, según recogía Aceprensa, precisaba que la destitución no está motivada por la labor que este obispo llevaba a cabo con personas alejadas de la fe y aclara que sí hubo diálogo con él antes de la sanción.