Joaquín Sabina comienza este fin de semana sus colaboraciones en Público y este viernes este diario publica una entrevista con el cantautor en la que la política y especialmente su "izquierda" son las protagonistas.
De hecho, la primera pregunta ya es reveladora: "¿Hay que volver a la calle?". La respuesta no se queda atrás y contesta que "sin duda". "La izquierda en general y yo en particular, que no la piso demasiado", afirma. El artista "cree que la izquierda tiene que volver a sacar el termómetro".
Sobre la situación en Europa y los numerosos gobiernos de derechas en Europa, Sabina asegura que "a pesar de esta bronca antizapaterista –y no seré yo quien se ponga a estas alturas a defender a Zapatero porque ya tengo la ceja bastante afeitada-, cuando aquí se hizo la huelga general ya le habían hecho ocho o nueve a Sarkozy en unos meses".
También habla sobre su nueva colaboración en el diario de Roures. "Creo que ahora no basta con dar las opiniones en privado. Con un periódico que se llama Público merece la pena que arrimemos el hombro".
Además, el cantautor afirma que lo que más le gusta del diario es el nombre y añade que el cierre de CNN "me lo tomé como algo personal y pensé que había que hacer algo. Y algo, en medios de prensa, ahora mismo el único lugar donde se puede hacer es en Público. Y por eso estoy aquí".
Otro de los temas tratados en la entrevista ha sido la situación de la izquierda española. "Estoy bastante descorazonado, como todo el mundo, y bastante pesimista. Creo que a cortísimo plazo, como en el infierno de Dante, abandonad toda esperanza. Yo sólo creo en el medio plazo".
Acerca de su adscripción a la "zeja" y su antigua simpatía por Zapatero, Sabina dice que "creo que es un hombre honrado, no creo que sea el más listo de su clase, pero tampoco lo creía cuando lo apoyé, creo que es un gobernante limpio que creía en lo que decía. Creía demasiado. Mi decepción es que no tenga margen porque creo que lo que tiene que inventar la izquierda son márgenes".
También tiene palabras para la dictadura de los hermanos Castro en Cuba. De este modo, el cantante y escritor afirma que "sigo pensando que fue una revolución ejemplar, faro de otras cosas que pasaron, que dio unas cuantas lecciones y que ahora es un fracaso absoluto. ¡Qué le vamos a hacer! Todos envejecemos; nosotros también, y no somos los que fuimos de jóvenes. Pero a mí me duele en el alma".
Por ello, sigue hablando de Cuba y añade que "una islita de mierda hizo una revolución muy cerca de EEUU y hay que ver la que lió. Y a mí sí me importa la mortalidad infantil y la educación y la sanidad...También veo cómo se desangra la isla y la cantidad de exiliados...Todo esto lo veo, pero mi corazón...¡qué le vamos a hacer!".
Sobre la relación entre el "mundo de la cultura" con el Gobierno, el cantautor dice que "a mí, lo de titiritero siempre me ha llenado de orgullo. Ahora lo de pesebrista...¡A mí no me han dado nunca una subvención ni he pedido audiencia a nadie!".